Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
El duelo es uno de los temas recurrentes del cine de terror. No es coincidencia que dos de los cineastas contemporáneos más aclamados del género lo hayan explorado en más de una ocasión. La australiana Jennifer Kent lo hizo en su ópera prima The Babadook (2014) y The Nightingale (2018), un brutal filme de venganza basado en la pérdida. Por su parte, el americano Ari Aster tocó el asunto en El legado del diablo (Hereditary, 2018) y Midsommar: El terror no espera la noche (Midsommar, 2019), filmes construidos alrededor de una tragedia familiar.
Anything for Jackson (2020), de Justin G. Dyck, es otra película sobre una desgracia y el dolor consecuente de una familia. Se conecta con The Babadook y El legado del diablo mediante un accidente automovilístico funesto: la hija de los protagonistas iba conduciendo y la víctima fue su nieto, Jackson (Daxton William Lund). Eventualmente, incapaz de soportar la realidad, la hija discapacitada se quitó la vida. En el presente, los abuelos Audrey (Sheila McCarthy) y Henry (Julian Richings) están dispuestos a hacer cualquier cosa para revivir a Jackson, de ahí el título, incluso si está ligado a un rito satánico y un horrendo crimen.
Anything for Jackson presenta una peculiar dinámica al poner a esta pareja de ancianos en una de las tramas por excelencia del terror. Resulta ameno verlos lidiar con cuestiones que parecen salidas de El despertar del diablo (The Evil Dead, 1981), en específico un libro antiguo sobre ocultismo, ritos, conjuros y demonios. Tampoco nos equivoquemos, los viejos podrán mantener su amabilidad pero desde el inicio está claro que han entrado en territorio criminal, el “ritual negro” que en teoría les devolverá a su nieto los lleva a secuestrar a una inocente embarazada (Konstantina Mantelos), una paciente de Henry. Existe un sentimiento de esperanza genuino tras el luto y la desesperación de los abuelos. También es evidente la crueldad hacia su víctima. Algunos flashbacks hacen énfasis en esto, mostrando la evolución de un embarazo inicialmente no deseado, a la total ilusión de una futura madre (y víctima).

Anything for Jackson está anclada en el terror sobrenatural. Hay ecos de El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968): una pareja de ancianos, conectados a un culto satánico (aunque aquí todo es estrictamente “por Jackson”), que ven en el embarazo de una mujer su medio perfecto para lograr su retorcido objetivo. No quieren que nazca el hijo del diablo, desean que el fantasma de su nieto Jackson se apodere del feto en el vientre para poder renacer. Anything for Jackson sigue la tradición de El exorcista (The Exorcist, 1973) y filmes subsecuentes cuyo peso recae en buena medida en la realización de un ritual, incluso tenemos al personaje arquetipo del experto en lo paranormal que es equivalente a un exorcista (Josh Cruddas interpreta a un cultista, y fan del metal, que tiene agenda propia).
La película sigue un desarrollo clásico: ¿cuantas veces hemos visto que los protagonistas terminan abriendo un portal terrorífico y sucumbiendo ante un poder mayor? Incluso, al desarrollarse prácticamente en una sola locación, el hogar de los abuelos, tiene similitudes con la típica historia de la “casa embrujada”.
El filme no deja de ofrecer una ejecución generalmente creepy, cuyos mejores y más desquiciados momentos exacerban y en ocasiones mezclan las inquietudes mundanas (una detective busca a la chica desaparecida y la coartada de los viejos no es perfecta, un tipo local insiste en remover la nieve de la casa) y sobrenaturales (varios fantasmas que atormentan y juegan con la mente de los personajes) tras haberse involucrado con un rito demoníaco. En Anything for Jackson las motivaciones humanas están claras, pero se termina apostando por un caos absoluto. Sin un final contundente, se siente algo truncado, resaltan esas imágenes piradas.