Fantasia 2020: CLAPBOARD JUNGLE, luchando por el sueño cinematográfico

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

“Es un milagro cada que un filme logra realizarse, ¡un milagro! Es un milagro hacer cada escena, nunca es menos que eso, nunca deja de ser difícil” – Paul Thomas Anderson

Justin McConnell, como muchos otros, comenzó a soñar con tener una carrera en la industria del cine a muy temprana edad. Específicamente su generación, la que creció en los años noventa, parecía ser imparable. La tecnología llegó a un punto en el que no tenías que ser rico para comprar una cámara de video. Abundaban las historias de personas de la clase trabajadora triunfando en Hollywood, las suficientes como para sentir que tú también podías lograrlo, sin importar que, como McConnell, vivieras en una pequeña ciudad canadiense y no tuvieras ningún contacto en la industria. McConnell soñaba con ser el siguiente Quentin Tarantino, Kevin Smith o cualquier otro cineasta “indie” que el festival de Sundance catapultó a Hollywood. Sin embargo, su destino fue diferente.

Su documental, Clapboard Jungle (2020), tiene como hilo conductor su propio viaje, lleno de contratiempos y momentos esperanzadores. Inicia en 2014, cuando el director, tras muchos años en el medio persiguiendo el mismo objetivo, seguía sin poder dar ese salto importante. Luego de filmar ficciones y documentales de muy bajo presupuesto sin mucha trascendencia, McConnell batalló para levantar sus proyectos más grandes. 

En Clapboard Jungle, lo seguimos en diferentes etapas: mientras desarrolla sus guiones, asiste a mercados de industria y festivales, su renovado entusiasmo y la continua aparición de malas noticias. McDonnell aprovecha y, más allá de compartir su propia lucha, abre la conversación en torno al cine, aprovechando al máximo un roster de “cabezas parlantes” –desde los consolidados como el mexicano Guillermo del Toro, los veteranos retirados como Sam Firstenberg (director de la gloriosa época ochentera de Cannon), hasta todo el mundillo actual del cine de género independiente (cameos de Gigi Saul Guerrero y Abraham Castillo Flores, programador de Mórbido Fest, incluidos)–. 

Documentales anteriores han abordado el mismo tema, retratos honestos que buscan dejar atrás el mito para enfrentar la difícil realidad de la industria fílmica. Remite, por ejemplo, a los constantes esfuerzos de Lloyd Kaufman, líder de Troma Entertainment (y uno de los entrevistados de McConnell), quien lleva años escribiendo libros y produciendo materiales con el objetivo de que los soñadores tengan los pies sobre la tierra, conozcan de primera mano los retos inherentes al medio, al mismo tiempo que se inspiran para continuar adelante pero de manera realista. 

Clapboard Jungle se siente como la más reciente actualización de este tipo de documental, captura un momento específico (y complejo) de la industria cinematográfica antes de la pandemia de la COVID-19. Caracterizado por la consolidación del streaming y la decreciente afluencia a las salas, la saturación de “contenido” y la crisis económica. Como nos dijo en entrevista Lloyd Kaufman: “en el mundo digital puedes hacer una película por menos dinero. El problema es: ¿cómo vives de tu arte?” 

McConnell siempre encontró impulso ante la adversidad, esto lo llevó a realizar Lifechanger (2018), su primer filme de presupuesto considerable. Una propuesta notable, entre el drama existencial y el body horror, sobre una entidad misteriosa que va de persona en persona, arrebatándoles la vida para tomar posesión de su cuerpo y recuerdos, al tiempo que no puede dejar de pensar en la mujer a la que ama. 

Si Lifechanger fue el proyecto que le abrió más puertas a McConnell, Clapboard Jungle nos motiva e invita a seguir peleando por aquello que queremos. Tras su presentación en el Fantasia International Film Festival, Cinema Inferno charló con el realizador.

Cinema Inferno: El documental refleja la época del cine indie que salía desde Sundance y las historias sobre los tipos de clase trabajadora que se convertían en cineastas rockstars. ¿Crees que estos relatos tuvieron un impacto positivo o negativo para tu generación?

Justin McConnell: Es una pregunta complicada. Creo que fue tan bueno como malo. Bueno, porque empoderó a una generación entera de gente joven para que realmente lucharan por sus sueños en el cine, entonces hay un montón de talento que ha tratado de tener una carrera desde entonces. Algunos han tenido éxito de verdad. Trajo de vuelta el espíritu del autor a la escena independiente, el efecto todavía se siente hoy. 

El lado negativo del asunto es que una ola de cineastas, en conjunto con equipo barato y la democratización de las plataformas de distribución, ha provocado una saturación de contenido. Más contenido del que es posible ver. Entonces ahora todos quieren ser cineastas, mucha gente se siente empoderada, pero es imposible mirar todos esos filmes. Muchos simplemente pasan desapercibidos. 

Esa época hizo sexy el quehacer cinematográfico, la idea del cineasta como un rockstar emergente, y sin duda esto es atractivo. Pero también resulta en mucha gente que persigue la fama en lugar de la habilidad para contar buenas historias. 

Como muchas cosas, supongo que no es ni bueno ni malo. Ciertamente tuvo un impacto. 

Tu documental abrirá los ojos de muchos jóvenes que aspiran a ser cineastas sobre la realidad de la industria, como en su momento lo hizo el trabajo de Robert Rodriguez y Lloyd Kaufman. ¿Tuviste alguna fuente de inspiración similar cuando eras joven? 

Acabas de mencionar un par. Leí todos los libros de Lloyd y también el libro de Robert Rodriguez. También cosas como Painting with Light y el libro de Walter Murch. Recuerdo amar un libro llamado The Writer Got Screwed (But Didn’t Have To). Aunque principalmente veía muchos documentales del detrás de cámaras, películas sobre cine, leía Fangoria, los sitios de fans del cine que fueron lanzados a finales de los noventa y principios del nuevo milenio y un montón de biografías de cineastas. 

Es un documental personal, muestras tu propio trayecto y lucha. ¿En qué momento decidiste compartir tu historia?

Desde el comienzo tomé esa decisión. Necesitaba un arco narrativo para realizar un documental, más allá de las “cabezas parlantes”, y pronto me di cuenta que yo mismo era el único protagonista que podía usar… por necesidades económicas. No podía gastar un gran pedazo de mi vida para seguir a alguien más. Sabía que podía diseñar la logística de producción si lo hacía personal y enfocado en mí, así que tomé ese rumbo. Una vez que empecé me di cuenta que la única manera de hacerlo correctamente era ser honesto, con todas las imperfecciones. Me vi a mí mismo como si fuera un avatar para la audiencia. 

Hubo una reseña del filme que hablaba de cómo parezco Tribilín en una de esas viejas caricaturas sobre cómo jugar béisbol. Soy el protagonista torpe que comete errores al principio pero luego me corrigen aquellos con conocimiento de lo que es correcto. Creo que es una metáfora apropiada de cómo veo mi rol en el filme. Soy el esqueleto emocional al que se le agrega la carne (las entrevistas). 

¿Cuál fue el principal aprendizaje que te dejó entrevistar a tantas personalidades?

Muchos de ellos no se dieron cuenta que eran exitosos y que sus filmes habían tenido un gran impacto hasta mucho tiempo después de hacerlos. Especialmente los cineastas mayores que emergieron en el boom inicial del video en los años ochenta y noventa. Ellos mencionan seguido cómo no se dieron cuenta que uno de sus filmes tenía un legado importante y una base de seguidores, hasta décadas después. 

Eso me ayudó a poner las cosas en perspectiva. En la actualidad vivimos en un mundo de gratificación instantánea. Con las redes sociales puedes postear algo y obtener respuestas, opiniones, likes y demás de manera inmediata. La cultura de los influencers está construida alrededor del golpe instantáneo de dopamina de la aprobación y valoración. No obstante, para la gente a la que idolatré mientras crecía, esa no era su realidad. Ni de cerca. Me consuela el hecho de que no sabré si mi trabajo sobrevive, es recordado, o es influyente, hasta que sea mucho más viejo. Entonces por ahora simplemente tengo que guiarme por mi instinto y hacer las cosas que realmente me importan, darlo todo, porque eso es lo único que está a mi alcance  en este momento.

¿Cuál es la característica más especial, en específico, del cine de género e independiente que retratas?

Para mí es una comunidad. Las caras son familiares porque son parte de un movimiento en el cine de género que es de este momento. Es un ambiente social diferente pero algunas de estas personas terminarán con un legado que impactará a toda la industria. La escena del cine de género en festivales y mercados de industria, más o menos, se siente hoy como debió sentirse en la región de la bahía de San Francisco cuando emergió la escena del trash metal. 

Estamos en un momento importante de transición en la industria del cine. Todos los que destacan hoy en el circuito del cine de género son pioneros de este cambio. Simplemente no tenemos idea de lo que significará a la larga. Ciertamente, es grandioso tener amigos de todo el mundo, cada uno en una etapa diferente de la misma misión. La mayoría lo están haciendo por las razones correctas. Es un mundo fuera del sistema de Hollywood. Por más que sea difícil, para muchos es próspero. 

El documental es positivo y busca inspirarnos, no sólo a los cineastas, para seguir tratando de cumplir nuestras metas. ¿Qué tan importante era comunicar este mensaje? 

Probablemente fue lo más importante que quise inculcar. Quería un documental honesto, franco sobre las probabilidades, pero, al final del día, busqué que la gente terminara revitalizada y motivada. La intención fue fungir, al mismo tiempo, como un baño de realidad y como un discurso motivacional. 

La industria del cine está mutando constantemente. Tomando en cuenta que la pandemia de la COVID-19 está marcando un antes y después, ¿cómo te sientes al pensar en el presente y futuro cercano de la industria fílmica?

Me siento inseguro. Habrá cine mientras tengamos electricidad y gente que quiera contar historias. Pero el estado de la industria está por verse. 

La situación antes de la COVID-19 ya era turbulenta, ahora con las producciones deteniéndose y la gente obligada a ajustar sus planes, es indeterminado. Pienso que será cosa de mantenerte alerta y adaptarse, no cometer el error de aferrarte al pasado y de señalar las cosas como eran, porque esas maneras se han ido. Lo que vendrá está tomando forma, tendrá que ser aceptado y estar basado en nuevos rumbos.

Fantasia 2020: Lloyd Kaufman y su cruzada por el cine independiente

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Aun cuando Lloyd Kaufman, co-fundador de Troma Entertainment y director/protagonista de #ShakespearesShitstorm (2020), tiene una nueva película que promocionar, su mente siempre está puesta en los problemas que el cine independiente americano lleva años enfrentando.

“Los independientes en Estados Unidos no recibimos ninguna ayuda del gobierno, son los peces gordos los que son ayudados con todas esas lagunas fiscales, millones y millones de dólares en lagunas fiscales para incentivar a Sony, Rupert Murdoch y esos tipos, pero no para incentivar a Troma o a cualquier otro independiente. A menos que seas muy, muy políticamente correcto y hagas una película sobre mineros o algo así. No estoy interesado en eso”, afirmó el cineasta en una mesa redonda organizada por el Fantasia International Film Festival.

Con #ShakespearesShitstorm queda claro que la corrección política jamás será parte del ADN de los creadores de El Vengador Tóxico (The Toxic Avenger, 1984) y Tromeo y Julieta (Tromeo and Juliet, 1996). Basada en La tempestad, de William Shakespeare, la película es un torbellino de mutantes, gore, sexo, drogas, mierda (obviamente) e irreverente sátira social. En esta ocasión, se burla precisamente de los “wokes” y los “social justice warriors”, quienes en la actualidad han tomado las redes sociales para predicar moralidad y “cancelar” a quienes no piensan como ellos.

“Conozco lo suficiente sobre Shakespeare y él hubiera amado #ShakespearesShitstorm, sin lugar a dudas. Casi todos estos tipos han sido censurados o puestos en listas negras. Vivimos en una época en la que, en Estados Unidos, tienes libertad de expresión siempre y cuando no digas nada”, reveló Kaufman.

El “pensamiento independiente” por el que aboga Kaufman continúa enfrentando una batalla desigual contra la maquinaria hollywoodense que produce películas millonarias, naturalmente cada vez menos arriesgadas, con tal de satisfacer a un público masivo. De acuerdo con Kaufman, “la peor parte, y he escrito siete libros sobre esto, son los conglomerados mediáticos, que ahora son controlados por las compañías telefónicas o electrónicas como Sony. Estas no son compañías de cine, no hacen arte, es un negocio, trabajan por comité. Entonces hay muy pocos artistas que actualmente pueden dejar huella en el cine”.

”Las reglas que protegían al público en Estados Unidos de los monopolios desaparecieron. Los peces gordos han eliminado a la competencia porque controlan los cines. Y ahora se van a deshacer de la neutralidad de la red. No habrá más Internet libre y democrático. El precio subirá y los conglomerados tendrán derecho a aletargar tu arte, a la que llaman ‘contenido’. Un término asqueroso. Mientras tanto AT&T, que es dueña de Warner Bros., podrá ir a toda velocidad en la autopista para la élite”, añadió. 

A pesar de este panorama complicado, Troma cumplió 46 años a lo grande, con el estreno de su mejor filme desde Poultrygeist: Night of the Chicken Dead (2006) y con una sólida base de fans. Ellos han sido clave para la longevidad de la compañía. “Hacer #ShakespearesShitstorm fue difícil, es una película de $50 millones de dólares producida por menos de medio millón de dólares americanos. Incluso tuvimos que filmar en Albania durante ocho días. Fue muy, muy difícil. Pero todos en la producción eran fans de Troma, tenían mucho entusiasmo porque creían en el proyecto, no era un mero trabajo para ellos, era arte. Sí se les pagó, pero era arte, al final del día se les pagó algo así como el 10% de lo que normalmente ganarían. Tuvimos un grupo muy fiel, viajaron a Nueva York y también a Albania para filmar, gente de Islandia, Inglaterra, Francia, Japón y Canadá. #ShakespearesShitstorm es, sin duda, el filme más interesante que he dirigido”, remarcó tajantemente.

Kaufman está consciente que hoy en día es “prácticamente imposible empezar un estudio de cine verdaderamente independiente que desempeñe todas las funciones que hace Troma”. Aún así, es imposible que el líder de Troma no se preocupe por los jóvenes que aspiran a hacer cine, a quienes siempre les ofrece consejos de una manera sincera: “en el mundo digital puedes hacer una película por menos dinero. De hecho tenemos productoras jóvenes ahora mismo, Mercedes The Muse está haciendo una película por menos de $25 mil dólares. Heidi Moore hizo su película para Troma, costó $50 mil dólares. Entonces puedes hacer tu propia película por $5 mil dólares” y siguió: 

“El problema es ¿cómo vives de tu arte? Puedes tener un trabajo real, hacer algo bueno por la humanidad. Puedes ser enfermera o maestro. Haz lo que Troma hace: distribuye tú mismo y quizá dentro de algunos años tengas suficientes películas para generar ingresos y entonces te puedas convertir en un cineasta de tiempo completo. Nosotros tenemos millones de fans gracias a la interacción personal, haciendo lo que podría hacer cualquiera. Puedes ir a las convenciones, vender tu material, divertirte y construir una base de seguidores”.

Podcast #15: Festivales virtuales de cine de género: Macabro y Fantasia

La pandemia hizo que festivales de cine de género como Macabro FICH y Fantasia International Film Festival llevaran a cabo sus ediciones 2020 de manera virtual. En este podcast, con José Luis Ortega de Revista Cinefagia como invitado especial, compartimos nuestras impresiones luego de experimentar estos festivales por primera vez desde casa.

El podcast #15 de Cinema Inferno cuenta con la participación de:

José Luis Ortega – Investigador, docente y crítico de cine. Cofundador de Revista Cinefagia y de la muestra Masacre en Xoco.

Alberto Acuña Navarijo – Crítico de cine del programa radiofónico Derretinas de la barra Resistencia Modulada de Radio UNAM.

Eric Ortiz García – Periodista (Cinema Inferno, Screen Anarchy) y profesor de cine (FES Aragón UNAM). Fue parte del Screening Team 2019 de Fantastic Fest. Autor del reportaje “Troma, 40 años de cine independiente”.

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Fantasia 2020: KRIYA, rituales de muerte y culpa masculina

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Kriya (2020), escrita y dirigida por Sidharth Srinivasan, representó a la India en el Fantasia International Film Festival 2020. La trama empieza durante una fiesta en un club nocturno, donde el DJ, un hombre joven llamado Neel (Noble Luke), conoce a una chica, Sitara (Navjot Randhawa), quien eventualmente lo invita a su casa. Pronto, lo que parecía una noche de amor normal y divertida se convierte en algo totalmente diferente. 

Neel descubre que los parientes de Sitara –su madre Tara Devi (Avantika Akerkar), su hermana menor (Kanak Bhardwaj), un amigo de la familia (Sudhanva Deshpande) y su ayudante (Anuradha Majumder)– se han congregado para el rito funerario del patriarca (M.D. Asif). 

Nuestro protagonista sabe que algo está mal. Sitara parece tener su propia agenda, al igual que su madre, lo cual nos hace pregúntanos: ¿la presencia de Neel en su casa es circunstancial o él, de hecho, es una parte importante para el ritual de la muerte?

En Kriya la mala vibra es omnipresente, hay una dosis de terror psicológico (Neel tiene visiones y escucha la voz de un hombre que aparenta ser su propio padre) y, finalmente, es intencionalmente desconcertante. Para conocer más sobre los temas de esta propuesta india, les compartimos nuestra conversación con el director y guionista Srinivasan.

Cinema Inferno: La primera secuencia con el DJ en la fiesta es muy diferente, moderna en comparación con lo que sigue. ¿Por qué iniciaste así Kriya?

Sidharth Srinivasan:  Parte de la idea del filme es retratar el conflicto entre lo tradicional y lo moderno. La idea de la secuencia inicial en el club nocturno es que viajamos del “mundo moderno” al espacio tradicional, ritualista que es la mansión gótica donde vive la familia, esta casa de terror como de Hammer. Esa fue la intención. Hay tecnología moderna en el club nocturno, pero si te das cuenta, dentro de la casa no hay celulares, ni computadoras, no hay nada de eso. Esta tensión entre la modernidad y la tradición, la modernidad y el ritualismo, fue la base para la secuencia inicial y la secuencia final. 

El “ritual negro” se siente realista y detallado. ¿Cuál fue tu inspiración?

Parte de la inspiración viene de cuando fui al rito funerario, a la ceremonia de muerte de una persona. Esa experiencia no me consoló, ¿sabes? Me dejó con muchas preguntas. Nadie hace preguntas sobre los rituales, simplemente los sigues ciegamente, no preguntas por qué estoy haciendo algo. Creo que eso es cierto para el ritualismo alrededor del mundo. 

El rito funerario de este hombre se convirtió en el vehículo para el guión. Pensé que podía evocar mis preocupaciones y hacer preguntas dentro del contexto en general del patriarcado en la religión organizada. Toda religión organizada es patriarcal, las prácticas ritualistas son patriarcales. Siendo específicos con el hinduismo, el hecho de que sólo un varón puede llevar a cabo el ritual funerario de su padre. Ahora está erradicado, está prohibido, pero en prácticas antiguas la viuda se quemaba a sí misma en la pira funeraria durante la cremación, porque ya no tenía identidad, una mujer sin esposo, sin padre o sin hijo. No tenía identidad.

Todos estos temas están en la narrativa de Kriya. Quise hacer un filme claustrofóbico, intenso, con closeups, en un espacio único. Dado que no tenía un gran presupuesto, hice un guión que requería de sólo un espacio, pocos actores, etc. 

Los rituales retratados en el filme, notaste que son muy realistas, tienen mucho de realidad pero para ser honesto contigo, en cada parte de la India hay rituales diferentes. En el hinduismo hay diferentes comunidades y cada una tiene rituales diferentes. Investigué bastante, mucho está basado en la realidad, pero también mucho es producto de mi imaginación. Tuve la idea de hacer un ritual negro, es un ritual subversivo, transgresor, en el que la izquierda es la derecha, el norte es el sur y el agua bendita es sangre. Esa fue la idea. 

En este contexto introduces al personaje clásico del terror, ese que, como la audiencia, siente que algo está mal pero no puede escapar. ¿Cómo fue tu acercamiento al lado puramente de terror de la película? 

Una pregunta obvia sería: ¿por qué chingados no se va? [risas]. Para ser justo, hace el intento de irse unas cuatro, cinco veces. El hecho es que es un buen tipo y tiene esa culpa masculina. Él se ve como un buen samaritano, piensa que puede salvar a Sitara y a su hermana. Luego llega un punto en el que no sabes si es real o una ilusión, no sabes si lo que está pasando es real o no. Él mismo tiene un pasado problemático, el cual más o menos aparece con la experiencia. Entonces, ¿él es sólo una víctima? 

De hecho, la verdadera subversión del filme es que los personajes femeninos son muy fuertes y aunque ellas parecen ser malignas y controladoras, al final te das cuenta que son las víctimas. Él se convierte en el patriarca de la familia, él es el malo, ¿sabes? Esto subvierte la norma y dice que al final la unidad familiar es patriarcal. Mientras eso suceda, mientras un hijo varón no nazca en la familia, este ciclo seguirá y seguirá, en el que las mujeres son usadas. 

Además de estos temas, supongo que fue importante realizar una película de terror efectiva, por medio de las voces, los sonidos y todos esos elementos que tratan de meternos en ese ambiente siniestro y extraño.

No disfruto la edición porque siento que todos los errores que hice durante la filmación me confrontan. Pienso, “por Dios, eso salió mal”. Pero adoro el diseño sonoro, es de mis partes favoritas del proceso cinematográfico. Sufrimos, pero mi diseñador de sonido, Debangshu Roy, es increíble. Nos dimos cuenta que no íbamos a poder hacer sonido directo, lo intentó pero simplemente no se pudo porque, aunque no lo creas, había mucho tráfico en los alrededores. Todo el filme está doblado, todo lo que escuchas es diseño sonoro, todo el sonido se recreó en post-producción. 

Luego fui muy afortunado de contar con un excelente mezclador de sonido, Martin Pavey, quien ha trabajado con Ben Wheatley y Peter Strickland en Londres. Él hizo el diseño sonoro y, claro, Jim Williams hizo el score. Todo se conjugó. Con el diseño sonoro, y la mezcla en especial, le das vida al filme. En ese momento, como cineasta, ya estás cansado, casi exhausto, de ver las imágenes una y otra vez. Y de pronto escuchas la mezcla y el filme vuelve a vivir. Es como un renacer. 

Todos los personajes femeninos, Sitara, Sara, Tara Devi y Magdali, tienen trasfondos interesantes. ¿Cuál fue el reto a la hora de escribir estos papeles?

Lo hice de una forma honesta. Como mencioné, la idea era tener mujeres muy fuertes. Incluso al desnudarse Sitara, ella es fuerte en su desnudez, opuesto a la desnudez de Neel, quien al estar desnudo es sumiso y vulnerable. Los personajes femeninos proyectan fuerza. La idea era decir que ellas son víctimas en el escenario de la familia patriarcal, en la sociedad y en la situación religiosa. Esa fue la idea y reto del guión. 

No quise hacer un filme social realista nada más, que fuera fácil de entender. No quise retratar a las mujeres como unas simples víctimas. Estoy satisfecho porque luego de la premiere en Fantasia, las reseñas de la prensa han llegado de parte de las mujeres críticas, ya hay unas 30 reseñas y las mejores han sido de mujeres. Creo que hice algo bien, era mi más grande preocupación. 

Luego tienes otro personaje como Panditji que permanece misterioso. Supongo que siempre apostaste por una película más ambigua que estuviera abierta a diferentes interpretaciones. 

Siempre he estado influenciado por los maestros del llamado cine de arte. He visto mucho cine. Entre más filmó y más veo películas, ese es el cine que más me interesa. Andrei Tarkovsky, por mencionar a un gran cineasta, decía que existen dos tipos de cineastas: los que son un espejo de la sociedad y luego los cineastas que crean sus propios mundos. Sin duda, estoy en la segunda categoría, porque quiero crear mi propio mundo. En el cine de género estás creando tus propios mundos, el cine de género te permite hacer preguntas, provocar y salirte con la tuya. Para mí es terapéutico, me obliga a confrontar mis más profundas preocupaciones y realmente examinarme como un hombre, examinar mi culpa masculina y mi propia sensación del patriarcado. 

¿Qué se lleva el público de Kriya?

Para mí es una reinvención del drama social, en la que los temas patriarcales inherentes son empujados hacia el género, hacia extremos casi góticos. Sería grandioso que los hombres simplemente examinaran lo que dan por sentado. Hay un sentido de liberación con ese entendimiento. 

Pienso que muchas personas son creyentes, creen en Dios y en los rituales. Pero, ¿por qué damos todo por sentado? ¿Por qué no hacemos preguntas? ¿Por qué la religión se resiste al cambio en tiempos de cambio? Es un cliché pero entre más cambian las cosas, más permanecen iguales. De eso se trata, de ahí lo de la tradición y la modernidad.

Cuando escribí el guión, para darte un ejemplo, los desnudos estaban ahí, los escribí en el guión pero no quería hacer mansplaining. Dejé muy en claro que no tendría desnudos femeninos a menos que pudiera tener desnudos masculinos. Vivimos en un mundo diferente, la gente está más consciente de estas cosas. Tenemos todavía un largo camino por recorrer pero, como ya dije, me satisface mucho que las mujeres críticas occidentales realmente hayan apreciado la película en Fantasia. Con eso me quedo. 

Fantasia 2020: SPECIAL ACTORS, el arte del engaño

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

El japonés Shinichiro Ueda sorprendió al mundo hace un par de años con su genial comedia One Cut of the Dead (Kamera wo tomeruna!, 2017), la cual iniciaba como una película sobre el making of de una producción de zombies para luego convertirse en un sentido homenaje al quehacer cinematográfico y a esos guerrilleros que batallan detrás de cámaras para entretenernos. 

One Cut of the Dead funcionó por su peculiar estructura, el desconcierto inicial cobraba todo el sentido del mundo hasta su ingeniosa, hilarante y satisfactoria segunda mitad. Ueda se reveló como un cineasta atrevido. Cuando parece que ya nada puede sorprender verdaderamente, logró jugar con su audiencia y asombrarnos.  

Su más reciente largometraje, Special Actors (2019), lo reafirma como un cineasta brillante, con control absoluto de su peculiar forma de contar historias y con un deseo palpable de nunca dejar de sorprendernos.

Ueda vuelve a abordar su propio oficio. El protagonista es Kazuto (Kazuto Osawa), un joven que aspira a ser actor profesional. Sin embargo, la suerte no ha estado de su lado, de hecho tiene que trabajar como guardia de seguridad. Hay una razón específica por la que Kazuto no vive un buen momento en general: es alguien tan nervioso que en situaciones estresantes –como un director de casting enojado por su floja interpretación o algún incidente propio de su labor como guardia– siempre se termina desmayando. Al inicio de la película, lo vemos fracasar en una audición y ser despedido de su trabajo gracias a su condición. El diagnóstico profesional es que la solución no está en alguna medicina, sino en su estado emocional. Una pelota antiestrés, más o menos lo ayuda. 

Ueda construye la trama de Special Actors aprovechando el dramatismo inherente en tener a un protagonista demasiado nervioso. Cuando Kazuto se reencuentra (¿circunstancialmente?) con su hermano Hiroki (Hiroki Kono), éste le revela que también es actor y trabaja para una agencia poco convencional que podría ayudarlo a pagar la renta: Special Actors, digna del reciente filme de Werner Herzog, Family Romance, LLC (2019), porque contratan actores para situaciones fuera del set. 

¿Quieres triunfar en una riña para que tu novia piense que eres muy fuerte? ¿Quieres que haya gente riéndose en el cine para que una comedia aparente ser exitosa? ¿Quieres estar seguro que tus meseros sabrán lidiar con algún cliente problemático? En Special Actors, se puede contratar actores que finjan a la perfección esos escenarios. Aunque podría ser más estresante para nuestro protagonista tener que actuar para construir una mentira, no en un set sino en la vida real.

Mientras que una película como la de Herzog hace una reflexión más existencial, Special Actors se enfoca en un caso concreto que supone un reto importante para la agencia. Una joven (Miyu Ogawa) quiere evitar que su hermana (Rina Tsugami), dueña del hotel de la familia, le entregue este lugar a un culto religioso al que se ha unido tras el accidente que le quitó la vida a sus padres. Kazuto, su hermano, otros special actor y el crew de la agencia son la última esperanza de la joven para evitar que su hermana sea estafada. 

Después de establecer la premisa y los créditos iniciales hacen su aparición, una de las cualidades de Special Actors tiene que ver con la exposición de la otra facción de actores: la gente del culto. La película funciona como esa clásica mirada crítica a los cultos religiosos que suelen aprovecharse de la fe creando toda una mitología (aquí es un Dios de otro mundo, profetas terrícolas y telepatía), con el objetivo de ganar dinero: la mercancía del culto es abundante y se vende a precios exorbitantes. 

Además de lidiar con estafadores, Special Actors entretiene con un desarrollo esperado, ese que parte de tener a nuestro peculiar protagonista y a otros de sus compañeros infiltrados en el culto. Es una comedia ligera, sin llegar a ser hilarantemente tensa. Eventualmente el plan maestro de los special actors se antoja soso. Kazuto notó que una de las figuras importantes del culto –el telépata “mudo” (Tan Li) que “comunica” a su padre (Tatsuya Mitsuki) las enseñanzas del “Dios extraterrestre”– teme a los fantasmas. Esto da pie a la creación de todo un guión que pretende ahuyentar a los estafadores del hotel echando mano de lo paranormal. 

La ejecución es amena, pero nada sobresaliente. Después del primer giro en la trama, parece que Special Actors hará énfasis en su crítica a los cultos religiosos, indicando que construyen creyentes tan cegados que no dudarán en recurrir a la violencia con tal de defender a los que supuestamente les traen bienestar a sus vidas. Parece que Ueda ha realizado una película diferente, más convencional aún si es pertinente. No obstante, como sucedía en One Cut of the Dead, las verdaderas sorpresas están por venir. A Ueda no lo podemos subestimar, es un maestro consumado a la hora de engañar al público, de jugar con nuestros pensamientos y emociones. 

Sería un error revelar cada uno de los giros de Special Actors, como lo era en One Cut of the Dead. Caí por completo ante el nuevo e inteligente juego del director. Es un ejercicio sobre el poder de la actuación, en el que primero se dispone a mostrarnos cómo los diversos actores, tanto los de la agencia como los del culto, engañan a otros personajes. Es hasta después cuando los utiliza para ¡engañarnos a nosotros mismos como audiencia! Es un desarrollo fascinante y muy efectivo. 

Cuando Special Actors se convierte en algo especial, Ueda no se detiene. Como One Cut of the Dead, está llena de personajes entrañables, incluso los secundarios, como el jefe de la empresa de actores, deseoso de que nadie le quite protagonismo a él, y su hija. Por supuesto, al final todo se relaciona con el problema emocional de Kazuto, su esfuerzo por hacerle frente y poder convertirse en un actor de tintes heroicos que en la vida real desenmascara cínicos timadores (el culto) y salva a una joven inocente pero vulnerable (la hermana). Un trabajo digno de su superhéroe de cabecera, Rescueman, personaje de una película que Kazuto ha visto incontables veces en VHS y significa algo especial para él. 

Special Actors es uno de esos filmes cuyo giro final (el factor sorpresa no se acaba hasta que se acaba) cambia absolutamente todo el sentido de lo que acabamos de ver. Este tipo de narrativa, muy de thriller, puede ser frustrante e inverosímil. No teman. Special Actors, más que querer dejarnos en shock absoluto, busca dejarnos con un emotivo último golpe. Ueda nos conquista, este es un trabajo que funciona en muchos niveles.