Fantasia 2021: Las 10 películas que más esperamos

Por segundo año consecutivo Cinema Inferno cubrirá el Fantasia International Film Festival, sin duda el evento de cine de género más importante del continente americano. 

Es una edición sumamente especial para el festival encabezado por Mitch Davis: la número 25 en total y la primera en contar con una modalidad híbrida (tanto funciones presenciales en Montreal, Canadá como en streaming). 

Durante 21 días, del 5 al 25 de agosto, Fantasia nos deleitará con las novedades del cine de género mundial, sin dejar de lado los rescates de producciones de antaño. 

Del abrumador programa con más de 110 largometrajes, seleccionamos los títulos que más nos atraen. Cabe aclarar que omitimos algunas películas excelentes que ya cubrimos en otros festivales, como Prisoners of the Ghostland (2021), Frank & Zed (2020), Mother Schmuckers (Fils de plouc, 2021) y el documental Woodlands Dark and Days Bewitched: A History of Folk Horror (2021). 

Agnes (2021)

¡La nunsploitation está de regreso! Hace algunas semanas el gran Paul Verhoeven causó revuelo en el Festival Internacional de Cine de Cannes con Benedetta (2021), descrita por nuestro compañero JJ Negrete como “una concentración sucinta de lo que Verhoeven es como cineasta”. Ahora es turno del director americano Mickey Reece, su filme Agnes parece estar más apegado a la nunsploitation de antaño: en un convento de monjas podría haber posesiones demoníacas.

Dr. Caligari (1989)

Dr. Caligari, de Stephen Sayadian, fue originalmente presentada en el Festival de Toronto hace 32 años. Ahora veremos una versión restaurada a partir del negativo original, presentada por Mondo Macabro. Una suerte de remake underground y desmesurado del clásico del expresionismo alemán El gabinete del doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, 1920), Dr. Caligari va sobre una mujer que está perdiendo el contacto con la realidad. El doctor titular le diagnostica “una enfermedad de la libido”.

Indemnity (2021)

El cine sudafricano tendrá una presencia importante en Fantasia. El 8 de agosto habrá un panel, moderado por Todd Brown de Screen Anarchy y XYZ Films, sobre las nuevas voces que representan a este país en el ámbito del cine de género (South Africa Screams: Voices From The New Wave of S.A. Genre Cinema). Uno de los ponentes en dicha charla será Travis Taute, co-escritor del thriller Número 37 (Nommer 37, 2018), elegida por nuestro colaborador Alberto Acuña Navarijo como uno de los hallazgos fílmicos de 2018. Indemnity es el debut como director de Taute, descrita por el festival como ¡la película de acción de mayor escala que se ha producido en Sudáfrica! Cabe añadir que los actores hicieron sus propios stunts.

It’s a Summer Film! (Summer film ni notte, 2020)

En Cinema Inferno tenemos una debilidad por el cine sobre cine. La producción japonesa It’s a Summer Film! sigue a una joven estudiante de preparatoria, aficionada al cine de samuráis y a los dramas de época; ella sueña con hacer sus propios filmes, “en la tradición de Akira Kurosawa y Eiichi Kudo”, mientras que sus compañeros prefieren las películas románticas. Obviamente, estaremos del lado de la protagonista. 

Junk Head (2017)

Takahide Hori realizó en solitario Junk Head, un filme de ciencia ficción con animación stop motion, situado en un futuro lejano en el que los humanos exploran el misterioso mundo subterráneo habitado por clones que alguna vez fueron sirvientes de la raza humana. Si bien se presentó desde la edición 2017 de Fantasia, y después en otros festivales –incluso fue aclamada por Guillermo del Toro–, nunca tuvo un lanzamiento formal. Este año podremos ver un nuevo corte como antesala a su eventual estreno.

La noche del terror ciego (1972)

La noche del terror ciego (también conocida como Tombs of the Blind Dead) es la primera parte de la “tetralogía templaria” del director español de culto Amando de Ossorio; le siguieron El ataque de los muertos sin ojos (1973), El buque maldito (1974) y La noche de las gaviotas (1975). La noche del terror ciego fue restaurada por Synapse Films a partir del negativo original. Esta nueva versión tendrá su premiere mundial como parte de la sección Fantasia Retro. Por el momento todavía no se sabe la fecha de lanzamiento del esperado Blu-ray de lujo.

Mad God (2021)

Phil Tippett es un maestro de la animación stop motion y los efectos visuales. Su filmografía incluye clásicos como La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977), RoboCop (1987) y Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993). Su larga trayectoria fue el tema del documental Phil Tippett: Mad Dreams and Monsters (2019). Mad God es su primer largometraje como director: un proyecto que tardó más de 30 años en ser completado. Una oda a la animación stop motion y a los efectos prácticos, Mad God promete transportarnos a un mundo de “monstruos, científicos locos y cerdos de la guerra”.

The Devil’s Deal (Daewoebi: Gwonryeok-ui Tansaeng, 2021)

No podía faltar en nuestra selección algo de Corea del Sur. The Devil’s Deal es el nuevo filme de Lee Won-tae, a quien ubicamos por The Gangster, the Cop, the Devil (Akinjeon, 2019), presentada en el Festival Internacional de Cine de Cannes. The Devil’s Deal es un thriller de época desarrollado en 1992, donde se conjuga la política con la corrupción y el crimen organizado. Cho Jin-woong (Un día difícil) le da vida a un político cuya vida depende del resultado de una elección.

The Great Yokai War: Guardians (Yokai Daisenso: Guardians, 2021)

The Great Yokai War: Guardians, la nueva película del enorme Takashi Miike, tendrá el honor de clausurar la edición 25 de Fantasia. Es el regreso de Miike al reino de estos monstruos del folclor japonés, luego de The Great Yokai War (Yôkai daisensô, 2005). Ha llamado mucho la atención la aparición del personaje Daimajin, quien es en palabras de nuestro amigo Jorge Grajales, “uno de los iconos de los estudios Daiei que hiciera su aparición en 1966”.

The Sadness (2021)

Todo apunta a que esta propuesta taiwanesa, del director Rob Jabbaz, será la más extrema y perturbadora del festival. Una pandemia azota Taiwán, los infectados no pueden controlarse y empiezan a cometer lo actos más brutales. De acuerdo con Mitch Davis, la violenta The Sadness remite a las controvertidas producciones hongkonesas de los años noventa de la Categoría III: The Untold Story (Bat sin fan dim: Yan yuk cha siu bau, 1993), Red to Kill (Yeuk saat, 1994) o Ebola Syndrome (Yi boh lai beng duk, 1996). ¡Ojalá nos vuele la cabeza!

SXSW 2021: INTRODUCING, SELMA BLAIR, una inspiradora batalla personal

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Quizás haya quien recuerde a la actriz Selma Blair por su aparición en Juegos sexuales (Cruel Intentions, 1999) o Legalmente rubia (Legally Blonde, 2001). En mi caso, es por su sentida actuación como Liz Sherman en las maravillosas Hellboy (2004) y Hellboy 2: El ejército dorado (Hellboy II: The Golden Army, 2008), ambas dirigidas por Guillermo del Toro. O su interpretación al lado de Nicolas Cage en Mamá y papá (Mom and Dad, 2017), sobre unos padres que quieren asesinar a sus propios hijos. Sin embargo, en años recientes Blair se ha alejado de los sets debido a una batalla personal. Por ello, Introducing, Selma Blair (2021), documental de Rachel Fleit, es una reintroducción total a la actriz americana.

Blair fue diagnosticada en 2018 con esclerosis múltiple, enfermedad autoinmune que daña el cerebro y la médula espinal. Para aquellos que desconocen la situación –como era mi caso–, encontrarán la primera secuencia de Introducing, Selma Blair particularmente fuerte. Después de maquillarse, ponerse una suerte de turbante y bromear sobre la apropiación cultural, Blair se dispone a ser entrevistada acompañada de su perro de servicio, cuando éste se va, la discapacidad de Blair es más que evidente, casi no puede hablar. Si bien en este momento Blair logra comunicar que siente algo de vergüenza por su estado, la realidad es que a partir de hacer pública su enfermedad –vía Instagram en 2018– la actriz ha sido muy vocal, convirtiéndose en una fuente de inspiración para incontables personas. 

Al centro de Introducing, Selma Blair está una mujer de fortaleza admirable, haciendo frente a una enfermedad que la afecta física –tiene dificultad para caminar– y mentalmente. Más que un retrato convencional de la vida de Blair, la película se centra en acompañarla durante un importante tratamiento al que se sometió en 2019: un trasplante de células madre. Una alternativa, ante una enfermedad considerada incurable, compleja y desgastante, que por momentos remite al cáncer porque involucra quimioterapias. 

Quienes han seguido a Blair en Instagram saben de su apertura en estos momentos tan personales como difíciles, aunque siempre mantiene el sentido del humor. El documental sigue esa línea íntima, al tiempo que nos acerca –siempre desde la perspectiva de Blair– a las dos personas definitivas en su vida: su madre y su pequeño hijo. 

En Introducing, Selma Blair se asoma una mujer que, antes del diagnóstico, sufría ansiedad y depresión. Ligaba su infelicidad –incluidos los problemas que surgieron cuando se convirtió en mamá– a la relación conflictiva que siempre tuvo con su madre. Ahora, Blair afirma estar en paz. El amor hacia su hijo es palpable, sin duda es su principal motor para seguir. También piensa diferente sobre su madre (la señora no estaba bien de salud durante la filmación). Blair nunca esconde nada, entendemos lo complicado de lidiar con una enfermedad que, a pesar de los intentos, la seguirá de por vida. Introducing, Selma Blair va con su filosofía actual de, simplemente, tratar de ser mejor persona, ayudar e inspirar a los demás.

Fantasia 2020: CLAPBOARD JUNGLE, luchando por el sueño cinematográfico

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

“Es un milagro cada que un filme logra realizarse, ¡un milagro! Es un milagro hacer cada escena, nunca es menos que eso, nunca deja de ser difícil” – Paul Thomas Anderson

Justin McConnell, como muchos otros, comenzó a soñar con tener una carrera en la industria del cine a muy temprana edad. Específicamente su generación, la que creció en los años noventa, parecía ser imparable. La tecnología llegó a un punto en el que no tenías que ser rico para comprar una cámara de video. Abundaban las historias de personas de la clase trabajadora triunfando en Hollywood, las suficientes como para sentir que tú también podías lograrlo, sin importar que, como McConnell, vivieras en una pequeña ciudad canadiense y no tuvieras ningún contacto en la industria. McConnell soñaba con ser el siguiente Quentin Tarantino, Kevin Smith o cualquier otro cineasta “indie” que el festival de Sundance catapultó a Hollywood. Sin embargo, su destino fue diferente.

Su documental, Clapboard Jungle (2020), tiene como hilo conductor su propio viaje, lleno de contratiempos y momentos esperanzadores. Inicia en 2014, cuando el director, tras muchos años en el medio persiguiendo el mismo objetivo, seguía sin poder dar ese salto importante. Luego de filmar ficciones y documentales de muy bajo presupuesto sin mucha trascendencia, McConnell batalló para levantar sus proyectos más grandes. 

En Clapboard Jungle, lo seguimos en diferentes etapas: mientras desarrolla sus guiones, asiste a mercados de industria y festivales, su renovado entusiasmo y la continua aparición de malas noticias. McDonnell aprovecha y, más allá de compartir su propia lucha, abre la conversación en torno al cine, aprovechando al máximo un roster de “cabezas parlantes” –desde los consolidados como el mexicano Guillermo del Toro, los veteranos retirados como Sam Firstenberg (director de la gloriosa época ochentera de Cannon), hasta todo el mundillo actual del cine de género independiente (cameos de Gigi Saul Guerrero y Abraham Castillo Flores, programador de Mórbido Fest, incluidos)–. 

Documentales anteriores han abordado el mismo tema, retratos honestos que buscan dejar atrás el mito para enfrentar la difícil realidad de la industria fílmica. Remite, por ejemplo, a los constantes esfuerzos de Lloyd Kaufman, líder de Troma Entertainment (y uno de los entrevistados de McConnell), quien lleva años escribiendo libros y produciendo materiales con el objetivo de que los soñadores tengan los pies sobre la tierra, conozcan de primera mano los retos inherentes al medio, al mismo tiempo que se inspiran para continuar adelante pero de manera realista. 

Clapboard Jungle se siente como la más reciente actualización de este tipo de documental, captura un momento específico (y complejo) de la industria cinematográfica antes de la pandemia de la COVID-19. Caracterizado por la consolidación del streaming y la decreciente afluencia a las salas, la saturación de “contenido” y la crisis económica. Como nos dijo en entrevista Lloyd Kaufman: “en el mundo digital puedes hacer una película por menos dinero. El problema es: ¿cómo vives de tu arte?” 

McConnell siempre encontró impulso ante la adversidad, esto lo llevó a realizar Lifechanger (2018), su primer filme de presupuesto considerable. Una propuesta notable, entre el drama existencial y el body horror, sobre una entidad misteriosa que va de persona en persona, arrebatándoles la vida para tomar posesión de su cuerpo y recuerdos, al tiempo que no puede dejar de pensar en la mujer a la que ama. 

Si Lifechanger fue el proyecto que le abrió más puertas a McConnell, Clapboard Jungle nos motiva e invita a seguir peleando por aquello que queremos. Tras su presentación en el Fantasia International Film Festival, Cinema Inferno charló con el realizador.

Cinema Inferno: El documental refleja la época del cine indie que salía desde Sundance y las historias sobre los tipos de clase trabajadora que se convertían en cineastas rockstars. ¿Crees que estos relatos tuvieron un impacto positivo o negativo para tu generación?

Justin McConnell: Es una pregunta complicada. Creo que fue tan bueno como malo. Bueno, porque empoderó a una generación entera de gente joven para que realmente lucharan por sus sueños en el cine, entonces hay un montón de talento que ha tratado de tener una carrera desde entonces. Algunos han tenido éxito de verdad. Trajo de vuelta el espíritu del autor a la escena independiente, el efecto todavía se siente hoy. 

El lado negativo del asunto es que una ola de cineastas, en conjunto con equipo barato y la democratización de las plataformas de distribución, ha provocado una saturación de contenido. Más contenido del que es posible ver. Entonces ahora todos quieren ser cineastas, mucha gente se siente empoderada, pero es imposible mirar todos esos filmes. Muchos simplemente pasan desapercibidos. 

Esa época hizo sexy el quehacer cinematográfico, la idea del cineasta como un rockstar emergente, y sin duda esto es atractivo. Pero también resulta en mucha gente que persigue la fama en lugar de la habilidad para contar buenas historias. 

Como muchas cosas, supongo que no es ni bueno ni malo. Ciertamente tuvo un impacto. 

Tu documental abrirá los ojos de muchos jóvenes que aspiran a ser cineastas sobre la realidad de la industria, como en su momento lo hizo el trabajo de Robert Rodriguez y Lloyd Kaufman. ¿Tuviste alguna fuente de inspiración similar cuando eras joven? 

Acabas de mencionar un par. Leí todos los libros de Lloyd y también el libro de Robert Rodriguez. También cosas como Painting with Light y el libro de Walter Murch. Recuerdo amar un libro llamado The Writer Got Screwed (But Didn’t Have To). Aunque principalmente veía muchos documentales del detrás de cámaras, películas sobre cine, leía Fangoria, los sitios de fans del cine que fueron lanzados a finales de los noventa y principios del nuevo milenio y un montón de biografías de cineastas. 

Es un documental personal, muestras tu propio trayecto y lucha. ¿En qué momento decidiste compartir tu historia?

Desde el comienzo tomé esa decisión. Necesitaba un arco narrativo para realizar un documental, más allá de las “cabezas parlantes”, y pronto me di cuenta que yo mismo era el único protagonista que podía usar… por necesidades económicas. No podía gastar un gran pedazo de mi vida para seguir a alguien más. Sabía que podía diseñar la logística de producción si lo hacía personal y enfocado en mí, así que tomé ese rumbo. Una vez que empecé me di cuenta que la única manera de hacerlo correctamente era ser honesto, con todas las imperfecciones. Me vi a mí mismo como si fuera un avatar para la audiencia. 

Hubo una reseña del filme que hablaba de cómo parezco Tribilín en una de esas viejas caricaturas sobre cómo jugar béisbol. Soy el protagonista torpe que comete errores al principio pero luego me corrigen aquellos con conocimiento de lo que es correcto. Creo que es una metáfora apropiada de cómo veo mi rol en el filme. Soy el esqueleto emocional al que se le agrega la carne (las entrevistas). 

¿Cuál fue el principal aprendizaje que te dejó entrevistar a tantas personalidades?

Muchos de ellos no se dieron cuenta que eran exitosos y que sus filmes habían tenido un gran impacto hasta mucho tiempo después de hacerlos. Especialmente los cineastas mayores que emergieron en el boom inicial del video en los años ochenta y noventa. Ellos mencionan seguido cómo no se dieron cuenta que uno de sus filmes tenía un legado importante y una base de seguidores, hasta décadas después. 

Eso me ayudó a poner las cosas en perspectiva. En la actualidad vivimos en un mundo de gratificación instantánea. Con las redes sociales puedes postear algo y obtener respuestas, opiniones, likes y demás de manera inmediata. La cultura de los influencers está construida alrededor del golpe instantáneo de dopamina de la aprobación y valoración. No obstante, para la gente a la que idolatré mientras crecía, esa no era su realidad. Ni de cerca. Me consuela el hecho de que no sabré si mi trabajo sobrevive, es recordado, o es influyente, hasta que sea mucho más viejo. Entonces por ahora simplemente tengo que guiarme por mi instinto y hacer las cosas que realmente me importan, darlo todo, porque eso es lo único que está a mi alcance  en este momento.

¿Cuál es la característica más especial, en específico, del cine de género e independiente que retratas?

Para mí es una comunidad. Las caras son familiares porque son parte de un movimiento en el cine de género que es de este momento. Es un ambiente social diferente pero algunas de estas personas terminarán con un legado que impactará a toda la industria. La escena del cine de género en festivales y mercados de industria, más o menos, se siente hoy como debió sentirse en la región de la bahía de San Francisco cuando emergió la escena del trash metal. 

Estamos en un momento importante de transición en la industria del cine. Todos los que destacan hoy en el circuito del cine de género son pioneros de este cambio. Simplemente no tenemos idea de lo que significará a la larga. Ciertamente, es grandioso tener amigos de todo el mundo, cada uno en una etapa diferente de la misma misión. La mayoría lo están haciendo por las razones correctas. Es un mundo fuera del sistema de Hollywood. Por más que sea difícil, para muchos es próspero. 

El documental es positivo y busca inspirarnos, no sólo a los cineastas, para seguir tratando de cumplir nuestras metas. ¿Qué tan importante era comunicar este mensaje? 

Probablemente fue lo más importante que quise inculcar. Quería un documental honesto, franco sobre las probabilidades, pero, al final del día, busqué que la gente terminara revitalizada y motivada. La intención fue fungir, al mismo tiempo, como un baño de realidad y como un discurso motivacional. 

La industria del cine está mutando constantemente. Tomando en cuenta que la pandemia de la COVID-19 está marcando un antes y después, ¿cómo te sientes al pensar en el presente y futuro cercano de la industria fílmica?

Me siento inseguro. Habrá cine mientras tengamos electricidad y gente que quiera contar historias. Pero el estado de la industria está por verse. 

La situación antes de la COVID-19 ya era turbulenta, ahora con las producciones deteniéndose y la gente obligada a ajustar sus planes, es indeterminado. Pienso que será cosa de mantenerte alerta y adaptarse, no cometer el error de aferrarte al pasado y de señalar las cosas como eran, porque esas maneras se han ido. Lo que vendrá está tomando forma, tendrá que ser aceptado y estar basado en nuevos rumbos.

TITANES DEL PACÍFICO: LA INSURRECCIÓN: Extrañando a Guillermo del Toro

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

La original Titanes del Pacífico (Pacific Rim, 2013) bien se pudo desarrollar al comienzo de la llamada guerra Kaiju, sin embargo la trama central daba inicio 12 años después, una vez mostrada una secuencia importante que ocurrió en el año siete de la batalla. Esto dio pie a que Guillermo del Toro pudiera construir un mundo entero, en el que ya había de todo: desde el programa Jaeger y el plan para construir un muro como resistencia humana, traficantes que hacían negocio con todas las partes de los Kaijus, hasta expertos que por mucho tiempo habían estudiado a estas enormes criaturas que llegaron de otra dimensión gracias a una brecha en el fondo del Océano Pacífico.

Titanes del Pacífico relató el último intento de los humanos a cargo del programa Jaeger para detener a los Kaijus, tras años de lucha y ante la creciente destrucción provocada por los monstruos. A pesar de que la trama llegó a una conclusión épica y sin cabos sueltos con el fin de la brecha, la secuela siempre estuvo en mente de los responsables.

Titanes del Pacífico: La insurrección (Pacific Rim Uprising, 2018), dirigida por el desconocido Steven S. DeKnight, inicia 10 años después de los eventos del filme original y, siguiendo lo hecho por su predecesora, nos vuelve a adentrar a un mundo diferente, donde ahora, y tras la prolongada guerra, el hijo de Stacker Pentecost, Jake Pentecost (John Boyega), trafica partes de Jaegers, preciadas por personas que buscan construir sus propios robots gigantes fuera de la ley. Es así como Jake conoce a Amara Namani (Cailee Spaeny), una jovencita que ha construido su propio Jaeger con el objetivo de poder defenderse cuando suceda la inevitable: el regreso de los Kaijus.

Como suele suceder con las secuelas, Titanes del Pacífico: La insurrección podrá tener nuevos personajes, y desarrollarse en otro tiempo, pero no deja de repetir la estructura de la primera parte. En ese sentido, Jake es similar a Raleigh Becket –el personaje que interpretó Charlie Hunnam y que ni siquiera es mencionado en la secuela–, dado que antes de convertirse en héroes, ambos decidieron abandonar sus respectivas carreras como pilotos Jaeger por motivos personales. La situación de Amara, por su parte, eventualmente remitirá a la de Mako Mori (Rinko Kikuchi), porque también es una huérfana con un pasado trágico relacionado a la guerra Kaiju. Así como buena parte del metraje de Titanes del Pacífico estuvo dedicado a la preparación de Raleigh y Mako, en La insurrección vemos a Jake y Amara integrarse a un entrenamiento Jaeger, destinados a unir sus mentes para salvar a la humanidad.

Es aquí donde el guión de La insurrección empieza a complicarse de manera innecesaria, en parte intentando justificar el previsible nuevo choque entre Jaegers y Kaijus. A diferencia de la original, escrita por Travis Beacham y del Toro, La insurrección tuvo cuatro guionistas y se nota. Por un lado es un intento de rejuvenecer la creciente franquicia, a tal grado que Boyega, Scott Eastwood y Jules Reyes son los veteranos de la resistencia Jaeger, mientras que un puñado de adolescentes, compañeros de Amara, tienen su propia subtrama. Por otra parte, La insurrección hace que nos volvamos a encontrar con caras familiares, como la propia Mako Mori y los hilarantes y adorables científicos Newt (Charlie Day) y Hermann (Burn Gorman); este trío de personajes está involucrado en otra subtrama sobre una corporación, liderada por una mujer china (Jing Tian), que planea desplazar a los Jaegers por drones que ya no necesitan pilotos.

Parte de la riqueza del guión de Beacham y del Toro estaba en el trasfondo de sus personajes y por su puesto en la construcción del mundo post-aparición Kaiju; al mismo tiempo la historia siempre se mantuvo simple y directa: Jaegers (humanidad) vs. Kaijus (alienígenas colonizadores). El guión de La insurrección, al contrario, es un desastre que recicla nociones pero no logra la misma emotividad; desarrolla pobremente a más de un personaje (salvo Amara, ¿alguien realmente se acordará del resto de adolescentes?); y llega a explicaciones que incluso en un universo como el de Titanes del Pacífico resultan insensatas… ¿un villano humano/Kaiju con un mega plan maestro?

Una vez descartado que La insurrección pueda emular el aspecto humano (Boyega siendo el más destacado del reparto) y la singularidad de la primera parte (Hermann mantiene su carisma pero se extraña a un Hannibal Chau o un escenario extravagante como el Hong Kong de la posguerra); la única interrogante restante tiene que ver, obviamente, con las peleas entre robots y monstruos gigantes. La insurrección tiene a bien explorar territorios desconocidos, como Jaeger legal vs. Jaeger no registrado, o una especie de fusión entre Kaijus. Si ignoramos el trasfondo, las batallas son disfrutables, aunque se quedan cortas teniendo en cuenta la gloria visual lograda hace años por del Toro. Que a una cinta como La insurrección le terminen faltando Kaijus dice mucho de un director y un grupo de guionistas que seguramente no aprecian ni conocen el cine de monstruos de la misma manera que el cineasta mexicano.

Texto publicado originalmente en Butaca Ancha (en marzo de 2018).

78/52: Alexandre O. Philippe y su exploración del legado de PSICOSIS

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Alfred Hitchcock es uno de los cineastas más influyentes de todos los tiempos y, ciertamente, Psicosis (Psycho, 1960) es uno de sus filmes esenciales, el cual cambió la historia del cine, esto en gran medida gracias a la icónica secuencia que ocurre en la regadera, donde la “mamá” de Norman Bates (Anthony Perkins) apuñala sin piedad y en repetidas ocasiones a la bella Marion Crane (Janet Leigh). 

78/52 (2017), de Alexandre O. Philippe, es un documental dedicado a esta escena del asesinato. Varias personalidades –desde directores famosos como Guillermo del Toro, Peter Bogdanovich y Eli Roth, actores como Elijah Wood y Jamie Lee Curtis, cineastas emergentes como Justin Benson/Aaron Moorhead y Karyn Kusama, editores y sonidistas, hasta la doble de Leigh en Psicosis–, ofrecen un profundo análisis del significado de la secuencia, su contexto, realización (del score de Bernard Hermann, el inusual ritmo de edición, a los efectos de sonido), su relación con la obra de Hitchcock y su gran influencia en la cultura popular: Mario Bava, Dario Argento y todo el subgénero del slasher le deben mucho al también director de Vertigo (1958) y Los pájaros (The Birds, 1963).

Para celebrar los 60 años de Psicosis (cuya premiere se llevó a cabo el 16 de junio de 1960 en Nueva York), rescato la que entrevista que le hice a Philippe sobre 78/52 durante el festival Mórbido de 2017.

Cinema Inferno: Tomando en cuenta uno de tus documentales previos, The People vs. George Lucas (2010), ¿por qué te atrae explorar lo que hay alrededor de un fenómeno tan influyente como La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) o en este caso Psicosis

Alexandre O. Philippe: Bueno, alguien lo tiene que hacer [risas]. En verdad estoy interesado en esos momentos del cine que nos cambiaron, porque creo que realmente dicen algo sobre nosotros, sobre quienes somos. No creo que le pongamos la suficiente atención a estas cosas. Continúo haciendo filmes sobre esto, así que claramente es mi pasión y no la cuestiono.

78/52 es una gran lección de cine, que incluso se debería mostrar en las escuelas, pero al mismo tiempo es para cualquier persona que simplemente gusta de las películas. ¿Cuál fue el reto para balancear ambos aspectos?

Regresando a The People vs. George Lucas, siempre hago mis filmes con los dos tipos de público en mente, tanto los fans hardcore como las personas que no saben nada, pero que sienten curiosidad. 

El primer corte de mis películas siempre es muy largo, con mucho material geek, porque yo soy un fan; pero después, al hablar con mi editor, nos enfocamos en lo que funcionará con una audiencia normal y en lo que sería demasiado nerd. Ahí tenemos que trabajar y cortar cosas que realmente nos gustan pero que simplemente no funcionarán en el contexto del filme.

Es increíble atestiguar las diversas impresiones de los entrevistados. Al escuchar todas las interpretaciones, no sólo de la escena sino también de cómo se relaciona con la cultura, ¿qué fue lo que más te impresionó?

Después de tres años siento que aún hay más para conocer y descubrir [Philippe tiene en mente realizar otro documental sobre la misma escena de la regadera]. Es un momento extraordinario en la historia de las películas; estos minutos cambiaron todo, y para mí son una fuente de descubrimiento sin fin.

Una cuestión que disfruté bastante fue explorar el sonido, tratar de descifrar porqué usó el melón casaba en vez de cualquier otro tipo de melón. Fue muy interesante y divertido.

¿Cómo fue el proceso para elegir a los entrevistados? 

Fue algo orgánico, algunos los conocía y otros eran más obvios por su conexión con Hitchcock. En el cine documental nunca sabes quién te dará la mejor entrevista y quién no. Los “expertos” no siempre serán los mejores. 

Yo quería crear un balance entre cineastas establecidos y otros más jóvenes, esto para mostrar que la escena sigue siendo contemporánea. Obviamente era importante tener a mujeres y editores, así que entrevistamos a muchas personas.

¿Cómo surgió la idea de mostrar a los entrevistados mientras ven la escena? Supongo viene del aspecto voyerista en la obra de Hitchcock.

Por supuesto. Eso surgió de manera inmediata. Pero fue muy complicado porque quería crear este universo en el que esencialmente estuvieran atrapados dentro del Bates Motel, viendo Psicosis, y así poder verlos mientras hacen esto. Tuvimos que filmar todas las entrevistas con pantalla verde, construimos un set para el interior y luego filmamos todos los fondos. Fue un proceso muy elaborado.

El documental también es sobre el legado de Hitchcock. En una escena el escritor Bret Easton Ellis comenta que los filmes de ahora ya no son tan influyentes como lo fue Psicosis. ¿Qué le puedes decir a una audiencia joven sobre la importancia de Hitchcock?

Si tengo algo que decirle a las generaciones jóvenes de cineastas, que ahora cuentan con extraordinaria tecnología a su alcance, es lo siguiente: no muevan la cámara porque es cool, muevan la cámara para contar la historia, muevan la cámara con una intención, entiendan lo que están haciendo, el significado de cada toma y de cada momento en pantalla, traten de entender la emoción que están tratando de expresar y lo que debes hacer para maximizar el impacto de esos momentos emocionales. Hitchcock fue el maestro definitivo en ese nivel.

Cualquiera que realmente quiera hacer cine, debería ver y estudiar las películas de Hitchcock. Estudiar a Hitchcock es una manera para convertirse en un mejor cineasta. Entre más estudias a Hitchcock, más te das cuenta de lo extraordinario que era. No estamos ni siquiera cerca de comprender la profundidad de su genio. Muchas de las innovaciones que tenemos hoy, en términos de suspenso, narrativa y gran parte de lo que damos por sentado, comenzaron gracias a Hitchcock.

¿Cuáles son tus películas favoritas de Hitchcock?

Vertigo es mi película favorita de todos los tiempos, de Hitchcock o de cualquier otro. Además de Psicosis, también Pacto siniestro (Strangers on a Train, 1951), La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943), Los pájaros y La soga (Rope, 1948). También me encantan muchos de sus filmes silentes.

Versiones diferentes de esta entrevista fueron publicadas originalmente en Mórbido y Sector Cine (en noviembre de 2017).