78/52: Alexandre O. Philippe y su exploración del legado de PSICOSIS

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Alfred Hitchcock es uno de los cineastas más influyentes de todos los tiempos y, ciertamente, Psicosis (Psycho, 1960) es uno de sus filmes esenciales, el cual cambió la historia del cine, esto en gran medida gracias a la icónica secuencia que ocurre en la regadera, donde la “mamá” de Norman Bates (Anthony Perkins) apuñala sin piedad y en repetidas ocasiones a la bella Marion Crane (Janet Leigh). 

78/52 (2017), de Alexandre O. Philippe, es un documental dedicado a esta escena del asesinato. Varias personalidades –desde directores famosos como Guillermo del Toro, Peter Bogdanovich y Eli Roth, actores como Elijah Wood y Jamie Lee Curtis, cineastas emergentes como Justin Benson/Aaron Moorhead y Karyn Kusama, editores y sonidistas, hasta la doble de Leigh en Psicosis–, ofrecen un profundo análisis del significado de la secuencia, su contexto, realización (del score de Bernard Hermann, el inusual ritmo de edición, a los efectos de sonido), su relación con la obra de Hitchcock y su gran influencia en la cultura popular: Mario Bava, Dario Argento y todo el subgénero del slasher le deben mucho al también director de Vertigo (1958) y Los pájaros (The Birds, 1963).

Para celebrar los 60 años de Psicosis (cuya premiere se llevó a cabo el 16 de junio de 1960 en Nueva York), rescato la que entrevista que le hice a Philippe sobre 78/52 durante el festival Mórbido de 2017.

Cinema Inferno: Tomando en cuenta uno de tus documentales previos, The People vs. George Lucas (2010), ¿por qué te atrae explorar lo que hay alrededor de un fenómeno tan influyente como La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) o en este caso Psicosis

Alexandre O. Philippe: Bueno, alguien lo tiene que hacer [risas]. En verdad estoy interesado en esos momentos del cine que nos cambiaron, porque creo que realmente dicen algo sobre nosotros, sobre quienes somos. No creo que le pongamos la suficiente atención a estas cosas. Continúo haciendo filmes sobre esto, así que claramente es mi pasión y no la cuestiono.

78/52 es una gran lección de cine, que incluso se debería mostrar en las escuelas, pero al mismo tiempo es para cualquier persona que simplemente gusta de las películas. ¿Cuál fue el reto para balancear ambos aspectos?

Regresando a The People vs. George Lucas, siempre hago mis filmes con los dos tipos de público en mente, tanto los fans hardcore como las personas que no saben nada, pero que sienten curiosidad. 

El primer corte de mis películas siempre es muy largo, con mucho material geek, porque yo soy un fan; pero después, al hablar con mi editor, nos enfocamos en lo que funcionará con una audiencia normal y en lo que sería demasiado nerd. Ahí tenemos que trabajar y cortar cosas que realmente nos gustan pero que simplemente no funcionarán en el contexto del filme.

Es increíble atestiguar las diversas impresiones de los entrevistados. Al escuchar todas las interpretaciones, no sólo de la escena sino también de cómo se relaciona con la cultura, ¿qué fue lo que más te impresionó?

Después de tres años siento que aún hay más para conocer y descubrir [Philippe tiene en mente realizar otro documental sobre la misma escena de la regadera]. Es un momento extraordinario en la historia de las películas; estos minutos cambiaron todo, y para mí son una fuente de descubrimiento sin fin.

Una cuestión que disfruté bastante fue explorar el sonido, tratar de descifrar porqué usó el melón casaba en vez de cualquier otro tipo de melón. Fue muy interesante y divertido.

¿Cómo fue el proceso para elegir a los entrevistados? 

Fue algo orgánico, algunos los conocía y otros eran más obvios por su conexión con Hitchcock. En el cine documental nunca sabes quién te dará la mejor entrevista y quién no. Los “expertos” no siempre serán los mejores. 

Yo quería crear un balance entre cineastas establecidos y otros más jóvenes, esto para mostrar que la escena sigue siendo contemporánea. Obviamente era importante tener a mujeres y editores, así que entrevistamos a muchas personas.

¿Cómo surgió la idea de mostrar a los entrevistados mientras ven la escena? Supongo viene del aspecto voyerista en la obra de Hitchcock.

Por supuesto. Eso surgió de manera inmediata. Pero fue muy complicado porque quería crear este universo en el que esencialmente estuvieran atrapados dentro del Bates Motel, viendo Psicosis, y así poder verlos mientras hacen esto. Tuvimos que filmar todas las entrevistas con pantalla verde, construimos un set para el interior y luego filmamos todos los fondos. Fue un proceso muy elaborado.

El documental también es sobre el legado de Hitchcock. En una escena el escritor Bret Easton Ellis comenta que los filmes de ahora ya no son tan influyentes como lo fue Psicosis. ¿Qué le puedes decir a una audiencia joven sobre la importancia de Hitchcock?

Si tengo algo que decirle a las generaciones jóvenes de cineastas, que ahora cuentan con extraordinaria tecnología a su alcance, es lo siguiente: no muevan la cámara porque es cool, muevan la cámara para contar la historia, muevan la cámara con una intención, entiendan lo que están haciendo, el significado de cada toma y de cada momento en pantalla, traten de entender la emoción que están tratando de expresar y lo que debes hacer para maximizar el impacto de esos momentos emocionales. Hitchcock fue el maestro definitivo en ese nivel.

Cualquiera que realmente quiera hacer cine, debería ver y estudiar las películas de Hitchcock. Estudiar a Hitchcock es una manera para convertirse en un mejor cineasta. Entre más estudias a Hitchcock, más te das cuenta de lo extraordinario que era. No estamos ni siquiera cerca de comprender la profundidad de su genio. Muchas de las innovaciones que tenemos hoy, en términos de suspenso, narrativa y gran parte de lo que damos por sentado, comenzaron gracias a Hitchcock.

¿Cuáles son tus películas favoritas de Hitchcock?

Vertigo es mi película favorita de todos los tiempos, de Hitchcock o de cualquier otro. Además de Psicosis, también Pacto siniestro (Strangers on a Train, 1951), La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943), Los pájaros y La soga (Rope, 1948). También me encantan muchos de sus filmes silentes.

Versiones diferentes de esta entrevista fueron publicadas originalmente en Mórbido y Sector Cine (en noviembre de 2017).

HALLOWEEN: Efectiva pero muy familiar

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Más cerca de John Carpenter que de Busta Rhymes 

El Halloween (2018) de David Gordon Green llega 40 años después del estreno de la magistral cinta homónima que inició el boom del subgénero slasher, asumiéndose simplemente como otra entrega más de esta incansable franquicia que gradualmente se fue deteriorando: pasó de ese legendario ejercicio de suspenso a cargo del maestro John Carpenter hasta llegar a una secuencia en la que un hombre afroamericano con un gusto por el karate (interpretado por el rapero Busta Rhymes) madrea al icónico asesino Michael Myers y luego le dice “happy fucking Halloween” (esto en la infame, ridícula y, por lo mismo, levemente divertida Halloween Resurrection, de 2002).

Con un cierto toque de metaficción, Halloween se burla de estas decisiones pasadas, particularmente de la manera en cómo las demás secuelas se dedicaron en buena medida a explicar el trasfondo de Myers; siendo una de las escenas que más llaman la atención de esta vertiente cuando Gordon Green y los co-guionistas Danny McBride y Jeff Fradley se mofan totalmente del giro sacado de la manga en Halloween II (1981) que convirtió a la principal víctima Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) en la hermana de su victimario Myers, eventualmente uno de los temas centrales del remake de Rob Zombie y su secuela (estrenadas en 2007 y 2009 respectivamente).

El propio Carpenter se ha expresado en contra de la pérdida del misterio en torno a su villano y si bien esta nueva secuela ignora por completo los eventos de Halloween II en adelante y –a pesar de tener personajes incidentales como un par de periodistas (Jefferson Hall y Rhian Rees) dispuestos a indagar y encontrar respuestas– no cae en explicaciones absurdas como que el trastorno/poder de Myers está ligado a un culto celta (honor al punto más bajo de toda la franquicia, Halloween: The Curse of Michael Myers) ni busca humanizar a este personaje al estilo del díptico de Zombie; sí termina siguiendo la fórmula de toda la vida.

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La noche que él volvió a casa

Un hospital psiquiátrico. Un enorme y enigmático paciente que no ha dicho una sola palabra en años. Una mascara que inmediatamente remite a la sangrienta Noche de brujas que vivió el pueblo de Haddonfield, Illinois en 1978. El imborrable score de Carpenter y la calabaza emergiendo en un fondo negro mientras salen los créditos iniciales. Podrán haber transcurrido 40 años, podrá ser el onceavo largometraje de la franquicia, pero la trama de la nueva Halloween entra en territorio familiar desde sus primeros instantes. Mucho de lo que sigue después tampoco es novedad, por ejemplo: un traslado de pacientes que sale mal, el escape del psicópata Myers (Nick Castle) y, por supuesto, su inevitable y violento “regreso a casa” en la víspera de otro 31 de octubre.

Gordon Green y compañía también podrán tomar esto con humor –por ejemplo, al actual doctor de Myers, Ranbir Sartain (Haluk Bilginer), lo llaman descaradamente “el nuevo Loomis”– pero ciertamente su película se balancea entre ser una secuela genuina u otro refrito, dado que durante su metraje va añadiendo escenas por demás conocidas, guiños sobre todo a la original y personajes arquetípicos de este universo: al tiempo que Myers aproxima su retorno, conocemos al sheriff de Haddonfield (Will Patton), la joven nieta de Laurie (Allyson, interpretada por Andi Matichak) y sus amigas se preparan para el baile de su escuela, una de ellas funge como niñera en la noche de Halloween, etc.

Si esto es habitual, ¿dónde queda la verdadera propuesta de Halloween? Aunque resulta curioso que la maravillosa Jamie Lee Curtis queda un tanto relegada mientras el mencionado “remake” sucede –además de otras cuestiones como un desconcertante, aunque finalmente tan efectivo como inocuo, plot twist que involucra al doctor equivalente a Loomis–, todo nos dirige hacia su confrontación con el mismísimo Michael Myers.

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Halloween H40: 40 años después

Halloween H20: 20 Years Later (1998), una de las secuelas más decentes que marcó un nuevo comienzo (ignorando Halloween 4, 5 y 6) y el retorno de Jamie Lee Curtis a la franquicia tras 17 años de ausencia, introdujo un escenario muy similar al que tenemos en Halloween de Gordon Green, con una Laurie aún perturbada después de tanto tiempo, con problemas con el alcohol y en general con su familia. Halloween H20: 20 Years Later de igual forma estaba diseñada para tener en el clímax el esperado reencuentro entre Laurie y Myers, así que evidentemente el (segundo) gran regreso de Curtis bien se pudo titular Halloween H40: 40 años después; empero es aquí donde esta cinta empieza a tomar fuerza y pertinencia.

Al inicio del filme un jovencito amigo de la nieta de Laurie intenta minimizar la fatídica noche de 1978, o sea el limitado body count de la película original de Carpenter. Astutamente, Gordon Green no le resta importancia y al contrario, ahonda en la noción de Halloween H20: 20 Years Later de mostrar a una Laurie ligada para siempre a esa inesperada y traumática Noche de brujas.

Curtis destaca creando un personaje femenino maduro, ligado a ese lado de la sociedad actual que está consciente de la terrible descomposición que parece no tener solución, y de que la maldad pura existe, asumiendo en consecuencia un justificado aunque peligroso rol protector, sacrificando prácticamente su vida entera en una vorágine de paranoia, miedo e incluso sed de venganza y justicia por mano propia (“recé porque Myers escapara del hospital para poder matarlo”).

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Regresando al concepto esencial de que Myers no representa nada más que el mal (a quienes intentan comprender su mente no les va nada bien), crece el énfasis en que Laurie es una suerte de némesis. Si Myers la ha atormentado por décadas, ¿Laurie se ha convertido entonces en el “coco” de sus propios seres queridos, entre ellos su hija Karen (Judy Greer)? Es en el desarrollo de Laurie y su problemática relación con Allyson y, principalmente, Karen donde reside lo más interesante, en cuestión temática, de la película.

Asimismo, y con Nick Castle devolviéndole su autenticidad a Michael Myers, Halloween sí vuelve a eso que hizo funcionar a la original. Por supuesto que hay asesinatos, momentos gráficos (¡es un slasher!), pero la secuencia clave –con una Laurie valiente haciéndole frente a su eterno y pesadillesco boogeyman–, se separa de lo visto en Halloween H20: 20 Years Later, bebiendo del suspenso carpenteriano. Halloween de 2018 es una mezcolanza de elementos provenientes de diversas etapas de la franquicia, por momentos secuela, en otros remake, algo desenfocada y basada en el reciclaje; pero tiene ese irresistible choque entre los dos protagonistas –aunado a que Laurie está mejor acompañada que en el enfrentamiento noventero– y regresa de manera efectiva a la atmósfera silenciosa y tensa que se extrañó en otras entregas previas.

Ahora, el satisfactorio desenlace tampoco aterriza en algo que no se haya visto antes e inclusive queda latente la posibilidad de continuar expandiendo la serie de cintas de Halloween (¡dah!). ¿Será que Gordon Green ha cimentado el camino rumbo al enésimo comeback del psicópata enmascarado? ¿Será que los medios para regresarlo terminen siendo tan lastimosos como los expuestos en Halloween: Resurrection? ¿Tendremos dentro de 20 años la Halloween H60: 60 años después? Por más improbable que parezca, en toda franquicia el flujo de dólares es lo que manda.