Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
La única película mexicana que forma parte de Fantastic Fest 2018 es la ópera prima de Andrés Kaiser, Feral (2018), la cual recurre a los formatos del falso documental y found footage para indagar en una tragedia ocurrida a finales de los años ochenta y que oficialmente quedó con varias cuestiones sin resolver, siendo las preguntas centrales: ¿quiénes eran exactamente el hombre y los tres infantes que perecieron debido a un incendio que se desató en su casa ubicada en una zona boscosa de Oaxaca? y ¿qué fue lo que originó la catástrofe?
Más que mostrarnos un desconcertante “metraje encontrado”, algo típico en el género del terror, Kaiser presenta su cinta como si fuese un documental de investigación, enfocándose en una serie de entrevistas con personas que conocieron a Juan Felipe de Jesús González (Hector Illanes), el hombre que murió en el mencionado incendio. Kaiser se interesa en explorar el trasfondo completo de este personaje, desde su infancia opresiva, su tiempo como monje en un peculiar monasterio donde en los años sesenta se mezcló la religión con el psicoanálisis, y finalmente su época como ermitaño en medio de la nada y su pivotal encuentro con un niño salvaje (Farid Escalante Correa), a quien decidió proteger y domesticar.
Además de los testimonios de, entre otros, un antiguo compañero de Juan en el monasterio (José Ángel García) y de su principal conocido en el monte oaxaqueño (José Luis González Sánchez) –presentados mayoritariamente como las tradicionales “caras parlantes” del cine documental–, Kaiser ocupa el recurso del found footage y nos hace mirar lo que el propio Juan Felipe registró de su interacción con el infante feral.

Aunque pueda parecer un filme de terror que busca el shock o que esconde algo ultra paranormal, sobre todo porque usa dicho formato gastado, Feral se revela como un interesante estudio de personaje, que compagina el horror exterior con el interior. Por un lado están los relevantes ecos de la obra mayor Canoa (1976) de Felipe Cazals, cuando ofrece por momentos una mirada a los pueblos de México más propensos al miedo, al rechazo y a la violencia alimentada por la ignorancia y la influencia de la iglesia; y por el otro, sobresalen temas como la (complicada) crianza a partir de la domesticación y la evangelización, y la consecuente pérdida de la cordura.
Todo esto es lo que hay detrás de la tragedia de Feral, una cinta nacional de género que aprovecha su familiar forma y, ciertamente, logra estar por encima del promedio, sobre todo por su alcance temático.