Sundance 2021: VIOLATION, rape and revenge con perspectiva de género

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

La sección Midnight del Festival Internacional de Cine de Sundance ofreció diversos intentos por subvertir el cine de género. Knocking (Knackningar, 2021), por ejemplo, le añadió al thriller psicológico un subtexto sobre las mujeres que no son escuchadas en la actualidad. 

El tema de la venganza, en particular, apareció en otra ópera prima: la neozelandesa Coming Home in the Dark (2021), cuya intención era, por encima de entregar un clímax impactante, ligar el pasado oscuro de sus protagonistas al abuso sistemático en los internados escolares. 

La producción canadiense Violation (2020), primer largometraje de Madeleine Sims-Fewer y Dusty Mancinelli, entra en una clasificación específica dentro del cine de venganza: el rape and revenge. Es la propuesta de Midnight que mejor subvirtió el cine de género.

Violation busca alejarse de exponentes más cercanos al terror o la explotación, primero mediante su su estilo: las primeras imágenes tienen música clásica de fondo, retratan la paisajes boscosos o un lobo en slow motion que caza a un conejo, anuncian un “mood” más cercano al cine autoral al estilo de Lars von Trier. 

Sin embargo, Violation sí es brutal –no en vano fue la única película en Sundance para la que confirmé mi fecha de nacimiento–, sobre todo en la parte del revenge. Gracias a su narrativa no lineal, en ese punto creemos que la protagonista Miriam (actuación notable de la co-directora Sims-Fewer) tiene un affaire con Dylan (Jesse LaVercombe, igualmente gran actor), el esposo de su hermana Greta (Anna Maguire). Miriam lo seduce hasta tenerlo vendado de los ojos, con el pene erecto, deseoso de tener sexo por segunda vez con su cuñada. Lo que sigue es la violenta y desagradable venganza.

Aunque Sims-Fewer y Mancinelli nos muestran imágenes fuertes, su intención no es competir con las películas violentas más explícitas, mucho menos llegar al subgénero del torture porn. El enfoque está en la “estocada final” y en el proceso subsecuente. 

Al principio de El ángel de la venganza (Ms .45, 1981), del gran Abel Ferrara, la protagonista (Zoë Tamerlis) tenía que cortar en pedazos el cuerpo de uno de sus agresores tras matarlo en defensa propia. Violation sigue un procedimiento similar, incluso más cercano al de Pez mortal (Tsumetai nettaigyo, 2010), de Sion Sono, ahí los antagonistas lo han repetido tanto que tienen un ritual. Cortar un cuerpo no les provoca nada, hasta se divierten mientras separan la carne y los huesos para incinerarlos. Luego simplemente, lo desechan. Violation es más sugerente y su protagonista no se acerca a los dementes de Pez mortal, ella siente una repulsión por sus actos. Es su psicología lo que están interesados en explorar Sims-Fewer y Mancinelli.

La mayor subversión de Violation respecto al rape and revenge está en la construcción del acto que nos llevará a la venganza. En Ms .45, la protagonista es violada en las peligrosas calles de Nueva York, el acto es repetido por un criminal que invadió su casa para robar. En Thriller: A Cruel Picture (Thriller – en grym film, 1973), otro clásico del subgénero, Christina Lindberg cae víctima de un tipo que la engancha a la heroína y la obliga a prostituirse.

Violation refleja la realidad de muchos casos de abuso sexual ocurridos en un ambiente de supuesta confianza. Dedica dos secuencias para establecer la familiaridad que existe entre víctima y victimario. Miriam y Dylan no sólo son parientes políticos, se conocen desde sus años de estudiantes. La pasan bien juntos, incluso bromean sobre pitos, Sean Connery y Robert De Niro. 

En una noche de fogata, plática y alcohol en la casa de campo del matrimonio, a Greta le gana el sueño y se retira. Eventualmente, Miriam le da un beso a su cuñado, aunque pronto se arrepiente. Todo regresa a ser una charla, más personal de lo normal: ella le cuenta detalles sobre su relación con Caleb (Obi Abili), el punto complicado en que se encuentra contrasta con la aparente perfección de Greta y Dylan. 

Miriam decide dormir junto a la fogata. Dylan se le pega y la penetra. Ella le pide “no, detente”, no obstante su sentir es de absoluto desconcierto. En la secuencia anterior de seducción, –recuerden, es una narrativa no lineal–, Dylan recuerda, para excitarse, lo que para él no fue más que su primera vez con la hermana de su esposa: “me dijiste: no te detengas”. 

Violation evidencia lo que suele pasar cuando las mujeres denuncian una agresión sexual: terminan siendo cuestionadas y sus casos minimizados. “Fue tu culpa; tú me provocaste; estábamos borrachos; lo has interpretado mal”. Dylan mantiene esa actitud al ser confrontado, él lo ve como una infidelidad por la que ambos son igual de responsables. En esa exploración de la psicología de la protagonista, lo más afectante termina siendo la reacción de su hermana. Miriam no sólo es vista como una traicionera que rompió la confianza familiar, ni siquiera es capaz de aceptar sus actos. Su supuesta culpabilidad. 

Éste es un filme inteligentemente estructurado, cada una de sus imágenes tiene una razón, incluso diálogos casuales resuenan conforme avanza la historia. En la fogata, Dylan y Miriam discuten sobre la dualidad de cada persona, después Greta no acepta la verdadera naturaleza de su esposo porque, le dice a su hermana, “siempre te ha tratado bien”.

Varias anécdotas revelan el rol protector que Miriam ha tomado siempre con su hermana, ocasiones en las que terminó afectándola por su afán de “vengarla”, acciones vistas por Greta como egoístas. 

El matrimonio entre Greta y Dylan (quien suele cazar conejos en el campo) representa el distanciamiento físico y emocional de las hermanas a un nivel sin precedentes. “No puedo creer que la convenciste de comer carne”, le dice la protagonista a su cuñado. Cuando la ex-vegetariana Greta despelleja como si nada un conejo, sólo dice: “debes continuar haciéndolo aunque te cause asco”. Es el camino que la protagonista toma después del trauma y no ser escuchada: es preferible convertirse en una loba depredadora, a que sea demasiado tarde y tu amada protegida sea la próxima presa. 

La decisión de contar la película sin orden cronológico tiene varias razones. El acto de venganza no es el satisfactorio clímax por excelencia del género. Además, está el interés por las motivaciones y la complejidad del caso de Miriam. Y, por último, para enfatizar una pregunta: ¿cómo será la respuesta de Greta si antes sufrió las consecuencias de las “venganzas” menos graves cometidas por su hermana para “defenderla”? 

Violation es un rape and revenge para la sensibilidad y sentir de nuestros tiempos, una película que resuena más en tu cabeza tiempo después que los créditos terminaron.

Sundance 2021: KNOCKING, cine de género con subtexto social

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Todos los cineastas introducen sus películas antes de cada función virtual de Sundance 2021. La sueca Frida Kempff, responsable de Knocking (Knackningar, 2021), habló sobre sus antecedentes fílmicos. Hasta ahora había desarrollado su carrera en el género del documental, siempre interesada por los asuntos sociales. Decidió debutar en la ficción con Knocking, basada en la novela homónima de su compatriota Johan Theorin, porque vio la oportunidad de hacer un filme de género con relevancia social. Uno que buscara reflejar en pantalla cómo las mujeres son tratadas, e injustamente juzgadas, por la sociedad actual. 

Este tipo de cine de género ha sido etiquetado como una nueva ola de “arthouse horror” desde mediados de la década pasada. Knocking cumple con las características que los medios más mainstream clasifican como “elevated genre”: películas con un desarrollo familiar, cuyo significado subyacente las “eleva” por encima del promedio. 

Molly (sobresaliente Cecilia Milocco) ha pasado el último año de su vida en un hospital psiquiátrico. Al inicio de Knocking entendemos que un trauma deterioró su salud mental, su mente regresa constantemente a un día en la playa que compartió con su pareja Judith (Charlotta Åkerblom), cuya ausencia marca el presente de Molly. No obstante, todo parece estar mejorado. Es tiempo para que la protagonista deje el hospital e intente rehacer de a poco su vida, empezando con un nuevo departamento. 

Knocking usa un escenario y desarrollo clásicos en el cine de género con trasfondo psicológico y paranormal. Aunque, aquí, lo sobrenatural nunca tiene cabida. Es una de esas películas donde el personaje central es el único que nota que las cosas raras a su alrededor, nadie más entiende de qué está hablando. No suele faltar el momento en el que, exactamente cuando alguien decide prestarle la atención necesaria, el suceso extraño no se hace notar. Por supuesto, el protagonista cae en desesperación, duda de sí mismo, va perdiendo la cabeza.

La palabra “ayúdenme”, pintada en el elevador del nuevo edificio de Molly, es la antesala de lo que vendrá. Un golpeteo en el techo de su departamento empieza a alterar el proceso de adaptación de la protagonista. Lo más lógico sería que un vecino esté golpeando su piso, aunque éste lo niega: “alguien debe estar haciendo reparaciones”, asegura. Una de las indicaciones del doctor de Molly es que intente volver a hacer lo que le gustaba. Hay, por ejemplo, una escena en la que la vemos disfrutar de una canción y un trago mientras baila tranquilamente… hasta que el golpeteo inicia otra vez. 

Mientras una ola de calor azota Europa, Molly comienza a sospechar que quizá los golpes no son aleatorios. ¿Podría ser un mensaje en clave morse? ¿Alguien necesita ayuda? ¿Alguno de los vecinos esconde algo? O, ¿todo está en su cabeza?

Knocking juega con esas posibilidades, por ejemplo, en una secuencia vemos a Molly descalza en la calle, una evidencia de cómo su salud mental se deteriora. Otros incidentes incrementan sus sospechas, como la pelea entre una joven pareja que vive en uno de los departamentos superiores. Molly está convencida de que la mujer sufre violencia doméstica, llama a la policía pero, en apariencia, se equivoca otra vez. 

Las cosas se intensifican, su mente le juega más malas pasadas (es notorio que Molly dejó de medicarse), una mancha en el techo que había limpiado sin problemas reaparece cada vez más grande. Su historia va pareciendo menos probable y paranoica a los demás. Sin embargo, siempre hay algo que reafirma su convencimiento de que una mujer está en peligro y necesita su asistencia –el ruido pasa del techo al baño, de golpeteos a sollozos, luego a gritos de ayuda–. 

La actuación de Milocco es el elemento más fuerte de Knocking. Una de sus secuencias más notorias es un intenso breakdown –con tomas POV revertidas, logradas con una SnorriCam–, que rompen con la forma y el ritmo que había propuesto la película, representando en pantalla el clamor desesperado de no ser escuchada, es un colapso total. Knocking busca traducir al lenguaje cinematográfico un trastorno mental, un trauma ligado a la pérdida que llega al punto de no retorno. 

El filme es efectivo por momentos. Su último giro de tuerca –un guiño a su protagonista– coincide con lo que subyace a lo largo del relato y a lo mencionado por Kempff en su introducción. No es coincidencia que Molly sospeche de los personajes masculinos: “believe women” –créanle a las mujeres– es un grito intrínseco a la actualidad del mundo y a la película.