
Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
Kriya (2020), escrita y dirigida por Sidharth Srinivasan, representó a la India en el Fantasia International Film Festival 2020. La trama empieza durante una fiesta en un club nocturno, donde el DJ, un hombre joven llamado Neel (Noble Luke), conoce a una chica, Sitara (Navjot Randhawa), quien eventualmente lo invita a su casa. Pronto, lo que parecía una noche de amor normal y divertida se convierte en algo totalmente diferente.
Neel descubre que los parientes de Sitara –su madre Tara Devi (Avantika Akerkar), su hermana menor (Kanak Bhardwaj), un amigo de la familia (Sudhanva Deshpande) y su ayudante (Anuradha Majumder)– se han congregado para el rito funerario del patriarca (M.D. Asif).
Nuestro protagonista sabe que algo está mal. Sitara parece tener su propia agenda, al igual que su madre, lo cual nos hace pregúntanos: ¿la presencia de Neel en su casa es circunstancial o él, de hecho, es una parte importante para el ritual de la muerte?
En Kriya la mala vibra es omnipresente, hay una dosis de terror psicológico (Neel tiene visiones y escucha la voz de un hombre que aparenta ser su propio padre) y, finalmente, es intencionalmente desconcertante. Para conocer más sobre los temas de esta propuesta india, les compartimos nuestra conversación con el director y guionista Srinivasan.

Cinema Inferno: La primera secuencia con el DJ en la fiesta es muy diferente, moderna en comparación con lo que sigue. ¿Por qué iniciaste así Kriya?
Sidharth Srinivasan: Parte de la idea del filme es retratar el conflicto entre lo tradicional y lo moderno. La idea de la secuencia inicial en el club nocturno es que viajamos del “mundo moderno” al espacio tradicional, ritualista que es la mansión gótica donde vive la familia, esta casa de terror como de Hammer. Esa fue la intención. Hay tecnología moderna en el club nocturno, pero si te das cuenta, dentro de la casa no hay celulares, ni computadoras, no hay nada de eso. Esta tensión entre la modernidad y la tradición, la modernidad y el ritualismo, fue la base para la secuencia inicial y la secuencia final.
El “ritual negro” se siente realista y detallado. ¿Cuál fue tu inspiración?
Parte de la inspiración viene de cuando fui al rito funerario, a la ceremonia de muerte de una persona. Esa experiencia no me consoló, ¿sabes? Me dejó con muchas preguntas. Nadie hace preguntas sobre los rituales, simplemente los sigues ciegamente, no preguntas por qué estoy haciendo algo. Creo que eso es cierto para el ritualismo alrededor del mundo.
El rito funerario de este hombre se convirtió en el vehículo para el guión. Pensé que podía evocar mis preocupaciones y hacer preguntas dentro del contexto en general del patriarcado en la religión organizada. Toda religión organizada es patriarcal, las prácticas ritualistas son patriarcales. Siendo específicos con el hinduismo, el hecho de que sólo un varón puede llevar a cabo el ritual funerario de su padre. Ahora está erradicado, está prohibido, pero en prácticas antiguas la viuda se quemaba a sí misma en la pira funeraria durante la cremación, porque ya no tenía identidad, una mujer sin esposo, sin padre o sin hijo. No tenía identidad.
Todos estos temas están en la narrativa de Kriya. Quise hacer un filme claustrofóbico, intenso, con closeups, en un espacio único. Dado que no tenía un gran presupuesto, hice un guión que requería de sólo un espacio, pocos actores, etc.
Los rituales retratados en el filme, notaste que son muy realistas, tienen mucho de realidad pero para ser honesto contigo, en cada parte de la India hay rituales diferentes. En el hinduismo hay diferentes comunidades y cada una tiene rituales diferentes. Investigué bastante, mucho está basado en la realidad, pero también mucho es producto de mi imaginación. Tuve la idea de hacer un ritual negro, es un ritual subversivo, transgresor, en el que la izquierda es la derecha, el norte es el sur y el agua bendita es sangre. Esa fue la idea.

En este contexto introduces al personaje clásico del terror, ese que, como la audiencia, siente que algo está mal pero no puede escapar. ¿Cómo fue tu acercamiento al lado puramente de terror de la película?
Una pregunta obvia sería: ¿por qué chingados no se va? [risas]. Para ser justo, hace el intento de irse unas cuatro, cinco veces. El hecho es que es un buen tipo y tiene esa culpa masculina. Él se ve como un buen samaritano, piensa que puede salvar a Sitara y a su hermana. Luego llega un punto en el que no sabes si es real o una ilusión, no sabes si lo que está pasando es real o no. Él mismo tiene un pasado problemático, el cual más o menos aparece con la experiencia. Entonces, ¿él es sólo una víctima?
De hecho, la verdadera subversión del filme es que los personajes femeninos son muy fuertes y aunque ellas parecen ser malignas y controladoras, al final te das cuenta que son las víctimas. Él se convierte en el patriarca de la familia, él es el malo, ¿sabes? Esto subvierte la norma y dice que al final la unidad familiar es patriarcal. Mientras eso suceda, mientras un hijo varón no nazca en la familia, este ciclo seguirá y seguirá, en el que las mujeres son usadas.
Además de estos temas, supongo que fue importante realizar una película de terror efectiva, por medio de las voces, los sonidos y todos esos elementos que tratan de meternos en ese ambiente siniestro y extraño.
No disfruto la edición porque siento que todos los errores que hice durante la filmación me confrontan. Pienso, “por Dios, eso salió mal”. Pero adoro el diseño sonoro, es de mis partes favoritas del proceso cinematográfico. Sufrimos, pero mi diseñador de sonido, Debangshu Roy, es increíble. Nos dimos cuenta que no íbamos a poder hacer sonido directo, lo intentó pero simplemente no se pudo porque, aunque no lo creas, había mucho tráfico en los alrededores. Todo el filme está doblado, todo lo que escuchas es diseño sonoro, todo el sonido se recreó en post-producción.
Luego fui muy afortunado de contar con un excelente mezclador de sonido, Martin Pavey, quien ha trabajado con Ben Wheatley y Peter Strickland en Londres. Él hizo el diseño sonoro y, claro, Jim Williams hizo el score. Todo se conjugó. Con el diseño sonoro, y la mezcla en especial, le das vida al filme. En ese momento, como cineasta, ya estás cansado, casi exhausto, de ver las imágenes una y otra vez. Y de pronto escuchas la mezcla y el filme vuelve a vivir. Es como un renacer.

Todos los personajes femeninos, Sitara, Sara, Tara Devi y Magdali, tienen trasfondos interesantes. ¿Cuál fue el reto a la hora de escribir estos papeles?
Lo hice de una forma honesta. Como mencioné, la idea era tener mujeres muy fuertes. Incluso al desnudarse Sitara, ella es fuerte en su desnudez, opuesto a la desnudez de Neel, quien al estar desnudo es sumiso y vulnerable. Los personajes femeninos proyectan fuerza. La idea era decir que ellas son víctimas en el escenario de la familia patriarcal, en la sociedad y en la situación religiosa. Esa fue la idea y reto del guión.
No quise hacer un filme social realista nada más, que fuera fácil de entender. No quise retratar a las mujeres como unas simples víctimas. Estoy satisfecho porque luego de la premiere en Fantasia, las reseñas de la prensa han llegado de parte de las mujeres críticas, ya hay unas 30 reseñas y las mejores han sido de mujeres. Creo que hice algo bien, era mi más grande preocupación.
Luego tienes otro personaje como Panditji que permanece misterioso. Supongo que siempre apostaste por una película más ambigua que estuviera abierta a diferentes interpretaciones.
Siempre he estado influenciado por los maestros del llamado cine de arte. He visto mucho cine. Entre más filmó y más veo películas, ese es el cine que más me interesa. Andrei Tarkovsky, por mencionar a un gran cineasta, decía que existen dos tipos de cineastas: los que son un espejo de la sociedad y luego los cineastas que crean sus propios mundos. Sin duda, estoy en la segunda categoría, porque quiero crear mi propio mundo. En el cine de género estás creando tus propios mundos, el cine de género te permite hacer preguntas, provocar y salirte con la tuya. Para mí es terapéutico, me obliga a confrontar mis más profundas preocupaciones y realmente examinarme como un hombre, examinar mi culpa masculina y mi propia sensación del patriarcado.
¿Qué se lleva el público de Kriya?
Para mí es una reinvención del drama social, en la que los temas patriarcales inherentes son empujados hacia el género, hacia extremos casi góticos. Sería grandioso que los hombres simplemente examinaran lo que dan por sentado. Hay un sentido de liberación con ese entendimiento.

Pienso que muchas personas son creyentes, creen en Dios y en los rituales. Pero, ¿por qué damos todo por sentado? ¿Por qué no hacemos preguntas? ¿Por qué la religión se resiste al cambio en tiempos de cambio? Es un cliché pero entre más cambian las cosas, más permanecen iguales. De eso se trata, de ahí lo de la tradición y la modernidad.
Cuando escribí el guión, para darte un ejemplo, los desnudos estaban ahí, los escribí en el guión pero no quería hacer mansplaining. Dejé muy en claro que no tendría desnudos femeninos a menos que pudiera tener desnudos masculinos. Vivimos en un mundo diferente, la gente está más consciente de estas cosas. Tenemos todavía un largo camino por recorrer pero, como ya dije, me satisface mucho que las mujeres críticas occidentales realmente hayan apreciado la película en Fantasia. Con eso me quedo.