Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
En 2016 el legendario cineasta italoamericano Martin Scorsese logró estrenar Silencio (Silence, 2016), un proyecto sumamente personal cuya realización le tomó más de 25 años. No es ningún secreto que el productor clave en la culminación de este esfuerzo fue un sonorense: Gastón Pavlovich, quien posteriormente fue invitado por el propio Scorsese para colaborar en su largometraje subsecuente, cualquiera que este fuera.
Eventualmente, Scorsese decidió dirigir la adaptación de la novela de Charles Brandt, I Heard You Paint Houses, la cual está basada en una serie de entrevistas con Frank “The Irishman” Sheeran, un hombre de la clase trabajadora, padre de familia, veterano de la Segunda Guerra Mundial, miembro del sindicato de camioneros Teamsters y también parte del crimen organizado.
El Irlandés (The Irishman, 2019) es un filme épico de rememoración con el que Scorsese regresa al cine de gánsteres y a varios de sus actores predilectos: además de Robert De Niro (quien interpreta a Sheeran), están Joe Pesci y Harvey Keitel como los jefes criminales Russell Bufalino y Angelo Bruno respectivamente, aunado a que otro icono de este tipo de cine (el mismísimo Michael Corleone y Tony Montana, Al Pacino) debuta en la filmografía del director dándole vida a Jimmy Hoffa, el líder del sindicato de los Teamsters cuyos lazos con la mafia provocaron su desaparición en 1975.
Tras el estreno latinoamericano de El Irlandés, charlamos con el productor Pavlovich en el marco de la octava edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.
Cinema Inferno: Una vez que ya
sabías que El Irlandés sería la
siguiente película de Scorsese, ¿cuáles fueron tus impresiones del material?
Gastón Pavlovich: Scorsese me la había
platicado, me dijeron que había un guión en Paramount pero tenía que sacar el
guión y los derechos de Paramount para hacerla, porque Paramount tenía la
historia desde hace 10 años pero no habían decidido hacerla, andaban
atorados.
La historia en sí misma me fascinó cuando me la platicó Scorsese. Logramos sacar el guión y los derechos de Paramount después de unas negociaciones. Leí el guión y dije “hay algo muy especial aquí”, pero especial en el sentido de que es al estilo de El Padrino (The Godfather, 1972), de gran drama, de grandes personajes, épica, pero es un drama muy lento, no es para cualquiera y por eso en Hollywood, los estudios, nadie quería hacerla. Por sentido común, era un drama muy lento y muy largo. Yo sabía que iba ser un gran reto desde el principio.
Entonces ¿cuál fue la clave para
lograr producir una película de casi cuatro horas que se toma su tiempo para
explorar a sus personajes?
Me gustan esas historias, me gusta cuando el personaje es de gran carácter, de gran personalidad, cuando los personajes rigen la historia. Yo sabía que para eso nadie mejor que Scorsese. Y luego, nadie mejor que esos actores para manejar una historia así. Yo traía una gran anticipación de ver cómo funcionaba entre ellos esa química, esa dinámica. Fue muy agradable ver cómo se preparaban, cómo practicaban las líneas, los movimientos, los gestos, cómo se preparaban para las escenas.
Luego yo a su vez abordando el tema del plan de producción y el presupuesto, armando los contratos para tener todo listo. Fue un proceso fascinante pero muy complicado porque íbamos viendo cómo el presupuesto crecía y crecía y se complicaba financieramente. Hasta que llegó Netflix, ahí mejoró mucho esa situación.
Además de De Niro y Pacino, está
Joe Pesci, quien prácticamente regresó del retiro…
Y no quería, no quería hacer la película. Scorsese y De Niro tardaron mucho
para convencerlo. Yo estaba un poco a las orillas, esperando las reuniones que
estaban teniendo Scorsese y De Niro con él como amigos, tratando de
convencerlo.
En ese sentido, yo estaba más a la orilla esperando que me dijeran va o no
va. Yo mientras tanto preparando ideas para poder suplirlo en caso de que no
iba. Entre ellos había sugerido que fuera Leonardo DiCaprio. Pero finalmente un
día me hablaron y me dijeron “ya aceptó, ten su contrato listo, vamos a hablar
con sus agentes” y todo ese proceso. Yo pensé que estaba muy renuente y
que iba a andar de malas o algo así, porque sus amigos lo “obligaron”. Pero no,
ya en el set era la persona más bromista y agradable, andaba de buenas
generalmente.
Habías comentado en Twitter que querías a DiCaprio no sólo para este papel, sino que para ti tenía que estar en esta gran producción, pero que finalmente se fue a filmar Había una vez… en Hollywood (Once Upon a Time… in Hollywood, 2019) de Quentin Tarantino. En ese sentido, ¿cómo es el proceso con Scorsese para sugerirle actores y qué tanto te involucras en esa parte?
Por su puesto que Scorsese está abierto a sugerencias y la discusión de DiCaprio sí existió. Pero él visualiza perfectamente bien sus historias y con qué actores y demás, entonces no había la menor duda en El Irlandés sobre quién iba a ser quién. Él quería juntar a su banda, ahora más Pacino con quien no había trabajado; estaba muy animado con eso y nadie se atrevía a proponerle algo diferente a ese grupo. Ahí no hubo mucha discusión.
En Silencio, cuando llegué ya estaban los actores también. Él siempre ha tenido apertura en hablar todos los temas pero en ambos casos ya estaba muy definido con los actores y estaban tan bien designados que yo no me metía, yo no iba a contradecirle o proponerle a alguien más.
Sólo en el caso de Pesci que se estaba complicando y les dije a todos “vamos a tener una alternativa, por si acaso, y sugiero que sea DiCaprio”, pues imagínense a todos: Pacino, De Niro y DiCaprio, es también una fórmula ganadora. Pero desde el primer momento me dijeron “sí pero DiCaprio ya está firmando con Tarantino, van a ser fechas similares, creemos que ahorita no funciona”.
Sobre el llamado de-aging, estos efectos especiales para
rejuvenecer a los actores que tomaron mucho tiempo. Ya viendo la película, te
toma un segundo acostumbrarte pero después se sienten adecuados. ¿Cómo te involucraste
en esta parte del de-aging que ha
generado bastante expectativa?
Desde que sacamos el proyecto de Paramount ya Scorsese traía la idea de
probar esta tecnología que le habían propuesto. La empresa se llama ILM.
[Scorsese] Me lo propuso, me lo comentó pero yo pensé que iban a ser algunas
escenas y no todas. Hicimos pruebas con De Niro y nos gustó, pero sentíamos que
no estaba al 100% la tecnología aunque nos prometían que iba a estar al 100%
para cuando termináramos de filmar, para la post-producción ya iba a estar al
100%. Ahí fue el riesgo: filmarla y ver si estaba lista la tecnología después.
Pudo pasar que nos dijeran dos años más de espera para terminarla. Era un
riesgo pero decidimos tomarlo porque creímos que la empresa sí iba a estar
lista. Y dicho y hecho, cuando terminó el rodaje, unos meses después ILM nos
dijo “100% listos”. Las pruebas que vimos en ese entonces ya se veían mucho más
realistas.
Aún así, Scorsese, como buen artesano que es, se dedicó con mucho detalle a
sacar adelante eso. Fue un gran deber de su parte, porque le estaba dedicando
tiempo y esfuerzo a asegurarse que no te fijaras, que fuera muy natural, muy
orgánico.
Generalmente salió muy bien, sí actualmente al principio a lo mejor se nota un poquito pero lo demás ya salió muy bien. La gente no se da cuenta que la mayoría de las escenas están digitalizadas.
Pasando a los muchos temas de la película, sobre todo me llamó la atención que involucra la etapa cuando los protagonistas ya están viejos. Después de Buenos muchachos (Goodfellas, 1990) y Casino (1995), se siente como el Scorsese más maduro por medio de una reflexión sobre la vida y su propia carrera…
Tanto como productor como audiencia, me gustó ver cómo Scorsese cierra ese
círculo, cómo cierra ese círculo con toda esa banda, cómo manda un mensaje de
decir: “este es nuestro gran adiós”, haciéndole un homenaje al cine, a una
historia y a los personajes.
Luego también cómo cierra el círculo de decir “bueno, todo lo que les venimos diciendo con las historias de los mobsters, esta es la realidad, así terminan, así de muertos, muertos en cuerpo o muertos por dentro o en vida, solos y aislados”. Ese mensaje con esta película, de cerrar el círculo de esa gran generación que tuvieron ellos, y luego a su vez el mensaje del mundo de los gánsteres, que todos ellos habían hecho algo de ese mundo, y terminar diciendo: “no termina bien, nunca va a terminar bien para nadie”… me pareció muy importante, ambos mensajes.
A veces se malinterpreta el cine
de Scorsese en esta discusión sobre la violencia cinematográfica y su
inherencia en la sociedad. He notado que eres muy crítico, de las narcoseries
por ejemplo. En ocasiones la gente, probablemente la que ni siquiera ve una
película como El Irlandés, quiere
criticar por lo mismo a Scorsese, pero particularmente aquí sus intenciones son
muy claras…
Exactamente… por ser Scorsese, si me hubiera invitado a Buenos muchachos quizá hubiera entrado por la emoción de estar con Scorsese. Pero quizá no, porque la sentiría muy violenta. Aquí como te habrás dado cuenta, no es una apología. Me pareció un mensaje muy claro, aquí nosotros no estamos promoviendo esto y no funciona, aquí terminan mal.
Mi crítica generalmente en torno a las [narcoseries] que he visto, sobre todo en México, es que terminan dándole a México una imagen de que todo es un tema relacionado a la violencia de los narcos. No niego que es una realidad, sin embargo la manera en que proyectan a los personajes de esas series es casi glorioso, es invitando a todo mundo a ser así porque ellos son los que terminan ganando siempre o generalmente. Y no puede ir por ahí, no es real y yo no quiero proyectarle eso a los chavos de este país.
Creo que El Irlandés es un gran ejemplo porque no están glorificados, aquí te dan pena y te duele ver la soledad con la que termina el último personaje [Sheeran]. El Irlandés, en realidad, tiene muy poca violencia; salen las pistolas, varias pistolas que desecha, pero no hay mucha violencia. Pum, pum, y caen, no hay mucha sangre, no hay escándalo, todos los asesinatos son rápidos.
[Scorsese] Demostró que no sea trataba de hacer una película de mobsters por la violencia, como aquí [en México] les encanta. Todas estas serie y películas de narcos, ahí sí les encanta que la violencia sea predominante, fuerte, sangrienta y que sea lo que corona a un personaje. Y eso no me gusta.