Fantasia 2020: SPECIAL ACTORS, el arte del engaño

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

El japonés Shinichiro Ueda sorprendió al mundo hace un par de años con su genial comedia One Cut of the Dead (Kamera wo tomeruna!, 2017), la cual iniciaba como una película sobre el making of de una producción de zombies para luego convertirse en un sentido homenaje al quehacer cinematográfico y a esos guerrilleros que batallan detrás de cámaras para entretenernos. 

One Cut of the Dead funcionó por su peculiar estructura, el desconcierto inicial cobraba todo el sentido del mundo hasta su ingeniosa, hilarante y satisfactoria segunda mitad. Ueda se reveló como un cineasta atrevido. Cuando parece que ya nada puede sorprender verdaderamente, logró jugar con su audiencia y asombrarnos.  

Su más reciente largometraje, Special Actors (2019), lo reafirma como un cineasta brillante, con control absoluto de su peculiar forma de contar historias y con un deseo palpable de nunca dejar de sorprendernos.

Ueda vuelve a abordar su propio oficio. El protagonista es Kazuto (Kazuto Osawa), un joven que aspira a ser actor profesional. Sin embargo, la suerte no ha estado de su lado, de hecho tiene que trabajar como guardia de seguridad. Hay una razón específica por la que Kazuto no vive un buen momento en general: es alguien tan nervioso que en situaciones estresantes –como un director de casting enojado por su floja interpretación o algún incidente propio de su labor como guardia– siempre se termina desmayando. Al inicio de la película, lo vemos fracasar en una audición y ser despedido de su trabajo gracias a su condición. El diagnóstico profesional es que la solución no está en alguna medicina, sino en su estado emocional. Una pelota antiestrés, más o menos lo ayuda. 

Ueda construye la trama de Special Actors aprovechando el dramatismo inherente en tener a un protagonista demasiado nervioso. Cuando Kazuto se reencuentra (¿circunstancialmente?) con su hermano Hiroki (Hiroki Kono), éste le revela que también es actor y trabaja para una agencia poco convencional que podría ayudarlo a pagar la renta: Special Actors, digna del reciente filme de Werner Herzog, Family Romance, LLC (2019), porque contratan actores para situaciones fuera del set. 

¿Quieres triunfar en una riña para que tu novia piense que eres muy fuerte? ¿Quieres que haya gente riéndose en el cine para que una comedia aparente ser exitosa? ¿Quieres estar seguro que tus meseros sabrán lidiar con algún cliente problemático? En Special Actors, se puede contratar actores que finjan a la perfección esos escenarios. Aunque podría ser más estresante para nuestro protagonista tener que actuar para construir una mentira, no en un set sino en la vida real.

Mientras que una película como la de Herzog hace una reflexión más existencial, Special Actors se enfoca en un caso concreto que supone un reto importante para la agencia. Una joven (Miyu Ogawa) quiere evitar que su hermana (Rina Tsugami), dueña del hotel de la familia, le entregue este lugar a un culto religioso al que se ha unido tras el accidente que le quitó la vida a sus padres. Kazuto, su hermano, otros special actor y el crew de la agencia son la última esperanza de la joven para evitar que su hermana sea estafada. 

Después de establecer la premisa y los créditos iniciales hacen su aparición, una de las cualidades de Special Actors tiene que ver con la exposición de la otra facción de actores: la gente del culto. La película funciona como esa clásica mirada crítica a los cultos religiosos que suelen aprovecharse de la fe creando toda una mitología (aquí es un Dios de otro mundo, profetas terrícolas y telepatía), con el objetivo de ganar dinero: la mercancía del culto es abundante y se vende a precios exorbitantes. 

Además de lidiar con estafadores, Special Actors entretiene con un desarrollo esperado, ese que parte de tener a nuestro peculiar protagonista y a otros de sus compañeros infiltrados en el culto. Es una comedia ligera, sin llegar a ser hilarantemente tensa. Eventualmente el plan maestro de los special actors se antoja soso. Kazuto notó que una de las figuras importantes del culto –el telépata “mudo” (Tan Li) que “comunica” a su padre (Tatsuya Mitsuki) las enseñanzas del “Dios extraterrestre”– teme a los fantasmas. Esto da pie a la creación de todo un guión que pretende ahuyentar a los estafadores del hotel echando mano de lo paranormal. 

La ejecución es amena, pero nada sobresaliente. Después del primer giro en la trama, parece que Special Actors hará énfasis en su crítica a los cultos religiosos, indicando que construyen creyentes tan cegados que no dudarán en recurrir a la violencia con tal de defender a los que supuestamente les traen bienestar a sus vidas. Parece que Ueda ha realizado una película diferente, más convencional aún si es pertinente. No obstante, como sucedía en One Cut of the Dead, las verdaderas sorpresas están por venir. A Ueda no lo podemos subestimar, es un maestro consumado a la hora de engañar al público, de jugar con nuestros pensamientos y emociones. 

Sería un error revelar cada uno de los giros de Special Actors, como lo era en One Cut of the Dead. Caí por completo ante el nuevo e inteligente juego del director. Es un ejercicio sobre el poder de la actuación, en el que primero se dispone a mostrarnos cómo los diversos actores, tanto los de la agencia como los del culto, engañan a otros personajes. Es hasta después cuando los utiliza para ¡engañarnos a nosotros mismos como audiencia! Es un desarrollo fascinante y muy efectivo. 

Cuando Special Actors se convierte en algo especial, Ueda no se detiene. Como One Cut of the Dead, está llena de personajes entrañables, incluso los secundarios, como el jefe de la empresa de actores, deseoso de que nadie le quite protagonismo a él, y su hija. Por supuesto, al final todo se relaciona con el problema emocional de Kazuto, su esfuerzo por hacerle frente y poder convertirse en un actor de tintes heroicos que en la vida real desenmascara cínicos timadores (el culto) y salva a una joven inocente pero vulnerable (la hermana). Un trabajo digno de su superhéroe de cabecera, Rescueman, personaje de una película que Kazuto ha visto incontables veces en VHS y significa algo especial para él. 

Special Actors es uno de esos filmes cuyo giro final (el factor sorpresa no se acaba hasta que se acaba) cambia absolutamente todo el sentido de lo que acabamos de ver. Este tipo de narrativa, muy de thriller, puede ser frustrante e inverosímil. No teman. Special Actors, más que querer dejarnos en shock absoluto, busca dejarnos con un emotivo último golpe. Ueda nos conquista, este es un trabajo que funciona en muchos niveles.

Fantasia 2020: Las 10 películas que más queremos ver

Debido a la pandemia del COVID-19, la edición 2020 del Fantasia International Film Festival (el festival de cine fantástico más grande del continente americano) se celebrará de manera virtual por primera vez en su historia. Obviamente no es lo ideal, sin embargo no todo es negativo porque esto abrió las puertas para que medios de todo el mundo puedan cubrir Fantasia sin viajar hasta Montreal, Canadá.

Cinema Inferno es oficialmente uno de los medios acreditados del Fantasia, lo cual nos tiene muy emocionados. Estaremos publicando reseñas y actualizaciones en redes sociales (con el hashtag #CinemaInfernoEnFantasia), pero antes les queremos compartir nuestro listado con las 10 películas que más queremos ver de la increíble, y sin duda abrumadora, programación del festival.

Fantasia 2020 se llevará a cabo del 20 de agosto al 2 de septiembre.

Crazy Samurai Musashi

¿Una película de acción samurái en la que el héroe protagonista se despacha a 588 adversarios? ¿Filmada en un plano secuencia de 77 minutos? ¿Protagonizada por Tak Sakaguchi en el rol del histórico guerrero, escritor y artista Musashi Miyamoto (antes interpretado por Toshiro Mifune en la “trilogía Samurai”)? ¿Escrita por el maestro Sion Sono? ¡Sólo conéctela en nuestras venas!

Cabe añadir que nuestro buen amigo Jorge Grajales (experto en cine asiático) mandó decir que Crazy Samurai Musashi (2020) “es de los creadores de Death Trance (Desu toransu, 2005). Usualmente son producciones de bajo presupuesto. No deja de ser una curiosidad obligada, pero sí quizás con una expectativa media”.

Feels Good Man

Fantasia programó diversos documentales imperdibles, entre ellos Feels Good Man (2020). Aborda la historia del personaje de la Rana Pepe, el cual inesperadamente se convirtió en un famoso meme y, eventualmente, en un símbolo de odio en Estados Unidos. Desde entonces su creador Matt Furie ha batallado para “salvar” a su personaje.

Fried Barry

Desde Sudáfrica arriba un filme que luce como algo genuinamente pirado. Fried Barry (2020) ha sido descrita por Fantasia como un “viaje en ácido” en el que el cerebro de un junkie (Gary Green) comienza a ser extrañamente controlado ¡por un alien! Lo que continúa son las locas aventuras de un alienígena con forma de humano, quien se dispone a drogarse, a tener sexo y, obvio, a meterse con gente peligrosa.

Kriya

En nuestra selección no podía faltar algo de cine de la India. Este país asiático será representado en Fantasia por Kriya (2020), película de terror sobre un DJ (Noble Luke) que conoce a una chica (Navjot Randhawa). Todo parece normal hasta que llegan a la casa de ella, donde el cuerpo sin vida de su padre yace en medio de un ritual del que nuestro protagonista se convertirá en pieza clave.

Monster Seafood Wars

El director nipón Minoru Kawasaki es bien conocido por su cine de kaijins y kaijus, con actores disfrazados de monstruos. Tras películas como The Calamari Wrestler (Ika resuraa, 2004), Kawasaki regresa con Monster Seafood Wars (2020), protagonizada por un pulpo, un calamar y un cangrejo que se convierten en ¡criaturas monstruosas gigantes! ¿Se necesita de algo más?

#ShakespearesShitstorm

Troma Entertainment está de regreso con otra muy particular adaptación de la obra de William Shakespeare, luego de 24 años del estreno de la ya legendaria Tromeo y Julieta (Tromeo and Juliet, 1996). En #ShakespearesShitstorm (2020), Lloyd Kaufman adapta La tempestad, prometiendo inyectarle una buena dosis de “sexo, mutantes, números musicales y violencia”.

Slaxx

En Cinema Inferno nos encantan las premisas piradas y poco resulta más demente que una película sobre ¡unos jeans asesinos! Slaxx (2020), de la directora canadiense Elza Kephart, promete ser una memorable mezcla de terror y humor. 

Special Actors

Una de nuestras cintas favoritas de 2018 fue la sorprendente comedia japonesa One Cut of the Dead (Kamera wo tomeruna!, 2017), la cual rompe con las convenciones del subgénero de los zombies para celebrar el cine de guerrilla de manera increíblemente satisfactoria. Ahora su director Shinichiro Ueda está de regreso con Special Actors (2019), la cual sigue a un actor dramático amateur que se desmaya ante cualquier situación estresante. Eventualmente este histrión se une a una agencia donde los actores son contratados para situaciones reales, por ejemplo una boda o un funeral. Dado que estamos ante otra comedia absurda de Ueda, la cosa se torna especialmente conflictiva cuando el protagonista termina teniendo que pretender ser alguien más ¡dentro de un culto!

The Columnist

¿Recuerdan cuando las redes sociales no eran una cloaca de gente enojada por todo? En efecto, esos tiempos quedaron en el pasado, por ende una película como la holandesa The Columnist (De Kuthoer, 2019) parece que es lo que necesitamos ahora mismo. ¿Por qué? Nada más lean la premisa: una escritora y columnista (Katja Herbers) recibe constantemente comentarios abusivos en redes, incluso amenazas de muerte. Ella no puede evitar obsesionarse con revisar sus redes en todo momento, la toxicidad de los trolls ha logrado su cometido y verdaderamente la ha afectado. Pero todos tenemos un límite y la protagonista decidirá ¡vengarse violentamente en la vida real!

The Reckoning

The Reckoning (2020), de Neil Marshall (Dog Soldiers, The Descent y la más reciente versión de Hellboy), se desarrolla durante la gran peste de Londres en 1665. Tras la muerte de su esposo, una mujer (Charlotte Kirk) es acusada de brujería y encarcelada por haber rechazado los avances sexuales de su casero. Ahí tiene que lidiar con un despiadado cazador de brujas y con su propia salud mental. Sin duda promete ser una de las grandes películas de terror de este año, cercana al folk horror que recientemente ha tenido un revival de la mano de cintas como La bruja (The VVitch: A New-England Folktale, 2015) y Apóstol (Apostle, 2018).

Fantastic Fest 2018: ONE CUT OF THE DEAD, una de las películas más divertidas del año

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Películas de zombies recientes (como el díptico surcoreano Estación Zombie: Tren a Busan y Estación Zombie: Seúl, la propuesta india Miruthan, la divertida producción americana de bajo presupuesto The Battery y, en menor medida, la británica Melanie Apocalipsis Zombi), han confirmado lo dicho por George A. Romero en su clase magistral de 2012 en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés): subgéneros tan gastados como el de los zombies o vampiros requieren “algo diferente, como Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2008) que tenía algo particular en su alma, a diferencia del resto de basura sobre vampiros”.

La japonesa One Cut of the Dead (Kamera wo tomeruna!, 2017) es otra cinta de zombies que, desde su título, hace referencia al trabajo del mencionado padre de este subgénero. Naturalmente, como espectadores buscamos desde el primer minuto esos elementos distintos que convencieron al director, Shinichiro Ueda, de realizar a estas alturas un filme de muertos vivientes más. Es evidente que Ueda es un cineasta consciente y, de hecho, la primera escena de One Cut of the Dead hace que reconozcamos una particularidad: aquí existe una película de zombies dentro de la película.

Higurashi (Takayuki Hamatsu) es un director cuyo ídolo bien podría ser Stanley Kubrick porque tras 42 tomas sigue sin estar satisfecho con una escena de su filme de zombies: en la que una joven mujer (Yuzuki Akiyama) es atacada por un muerto viviente (Kazuaki Nagaya), dentro de lo que parece ser una fabrica abandonada. Luego de que Higurashi explota porque, según él, su actriz no logra una interpretación genuina, el crew se toma un descanso para replantear las cosas, al tiempo que el director decide llevar a cabo su plan maestro: ejecutar un conjuro en su estratégica locación para que los zombies dejen de ser meros actores con maquillaje.

Los primeros 40 minutos de One Cut of the Dead son un tanto desconcertantes. Lo que tenemos es, esencialmente, una película de supervivencia filmada con cámara en mano, en primera persona, y sin ningún corte obvio. Potenciales víctimas –los actores y el crew tratando de mantenerse con vida ante la aparición de algunos zombies reales es un escenario por demás convencional. Por otra parte, entre los momentos que llaman la atención están los divertidos chispazos que remiten a Vamos a jugar al infierno (Jigoku de naze warui, 2013), de Sion Sono, con el director Higurashi filmando para aprovechar que (¡por fin!) los zombies y las actuaciones son auténticas, pero sobre todo destacan aquellos que no tienen mucho sentido. ¿Por qué sólo en una escena Higurashi rompe la cuarta pared y le habla al camarógrafo? ¿Por qué la actriz principal choca con la cámara y la tira? ¿Por qué hay secuencias repetitivas y otras que de plano parecen no tener razón de ser? A pesar de ingredientes prometedores y una valiosa labor técnica con el plano secuencia, ¿por qué el resultado final no tiene la chispa ni la fuerza de una grandiosa cinta de zombies? La respuesta es simple: la verdadera One Cut of the Dead aún no ha comenzado…

Sería un error revelar en este texto los detalles sobre el cambio de rumbo que One Cut of the Dead toma casi al llegar a la mitad de su metraje. Basta decir que Shinichiro Ueda creó una mirada sumamente hilarante al quehacer cinematográfico, particularmente cuando se cumple la ley de Murphy y todo lo malo que puede suceder (en una filmación), sucede. Asimismo, Ueda le rinde un merecido y sentido homenaje a todos esos “soldados” del cine, de los camarógrafos, los encargados de los efectos prácticos, a los asistentes, que siempre están “al pie del cañón” para sobreponerse a cualquier adversidad y que su profesionalidad se refleje en pantalla.

One Cut of the Dead podrá comenzar con un director que piensa demasiado su película de género, sin embargo termina poniendo los reflectores en los cineastas pragmáticos, los “obreros” fílmicos, quienes a pesar de tener que lidiar con presupuestos y tiempo limitado, actores con requerimientos especiales, e inimaginables infortunios, entregan un producto de entretenimiento cuya calidad puede cuestionarse pero nunca la integridad detrás. Así, One Cut of the Dead logra salirse por completo de las convenciones del subgénero de zombies –alejándose también de cualquier tipo de expectativa que tuvimos tras conocer su escenario inicial–, celebra el cine de guerrilla y se convierte en una de las películas más divertidas, sorpresivas y satisfactorias del año.