Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
Después de explorar el lado sórdido de la humanidad con El rey de los cerdos (Dwae-ji-ui wang, 2011) y La estafa (Saibi, 2013) –por medio de temas como el abuso (físico, psicológico y sexual), la religión y el machismo–, el director surcoreano Yeon Sang-ho indaga en lo fantástico por primera vez (respecto a sus largometrajes) con una de las cuestiones por excelencia del cine de género: una invasión zombie, parte central tanto de la animación Estación Zombie: Seúl (Seoulyeok, 2016) como de su continuación live-action Estación Zombie: Tren a Busan (Busanhaeng, 2016).
La visión deprimente de la sociedad queda intacta en Estación Zombie: Seúl, aunque gran parte del filme aborda el intento de supervivencia por parte de los protagonistas, quienes ven cómo la ciudad de Seúl se convierte inesperadamente en un caos con veloces zombies por doquier. Yeon Sang-ho no se interesa en brindar algún tipo de variación en torno al tema de los muertos vivientes; su enfoque está en las consecuencias, ya que el origen de esta particular invasión es, al menos por ahora, totalmente ambiguo. Simplemente vemos la aparición de un viejo herido, quien minutos después se convierte en sólo uno de muchos infectados.

Por otro lado, Yeon Sang-ho continúa mostrando sin tapujos la realidad sexista de Corea del Sur. Como en El rey de los cerdos y La estafa, aquí aborda la violencia contra la mujer de forma contundente, nuevamente pensando en la prostitución como un problema omnipresente. Una joven mujer logró alejarse de este difícil mundo, sin embargo por falta de dinero su propio novio la incita a regresar. La epidemia zombie vendrá a evitar el encuentro entre esta chica y su primer nuevo cliente, quien de hecho es su padre en un intento desesperado por reunirse con ella. Inteligentemente, la trama sitúa al enfurecido papá junto al novio abusivo, obligándolos a enfrentar a los zombies como equipo para tratar de salvar a la jovencita, ciertamente también afectada por la terrible situación y con grandes deseos de volver a casa.
Sin olvidar el comentario sociopolítico (los indigentes son especialmente afectados; los militares toman el control y derraman sangre inocente), Estación Zombie: Seúl brinda momentos excelsos de tensión pura, donde el apocalipsis zombie se sufre en espacios limitados: hay drama intenso dentro de una celda en una estación de policías o en el interior de una ambulancia en movimiento, por ejemplo. Aunque lo más brutal y sorprendente viene del aspecto mundano, como era de esperarse con Yeon Sang-ho; cabe añadir que el director aprovecha el elemento sobrenatural para traer algo de justicia poética, aunque al mismo tiempo le regala (otra vez) un desenlace miserable a cada uno de sus personajes principales.
Una versión diferente de este texto fue publicada originalmente en Butaca Ancha (en julio de 2016).