
Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)
El japonés Shinichiro Ueda sorprendió al mundo hace un par de años con su genial comedia One Cut of the Dead (Kamera wo tomeruna!, 2017), la cual iniciaba como una película sobre el making of de una producción de zombies para luego convertirse en un sentido homenaje al quehacer cinematográfico y a esos guerrilleros que batallan detrás de cámaras para entretenernos.
One Cut of the Dead funcionó por su peculiar estructura, el desconcierto inicial cobraba todo el sentido del mundo hasta su ingeniosa, hilarante y satisfactoria segunda mitad. Ueda se reveló como un cineasta atrevido. Cuando parece que ya nada puede sorprender verdaderamente, logró jugar con su audiencia y asombrarnos.
Su más reciente largometraje, Special Actors (2019), lo reafirma como un cineasta brillante, con control absoluto de su peculiar forma de contar historias y con un deseo palpable de nunca dejar de sorprendernos.
Ueda vuelve a abordar su propio oficio. El protagonista es Kazuto (Kazuto Osawa), un joven que aspira a ser actor profesional. Sin embargo, la suerte no ha estado de su lado, de hecho tiene que trabajar como guardia de seguridad. Hay una razón específica por la que Kazuto no vive un buen momento en general: es alguien tan nervioso que en situaciones estresantes –como un director de casting enojado por su floja interpretación o algún incidente propio de su labor como guardia– siempre se termina desmayando. Al inicio de la película, lo vemos fracasar en una audición y ser despedido de su trabajo gracias a su condición. El diagnóstico profesional es que la solución no está en alguna medicina, sino en su estado emocional. Una pelota antiestrés, más o menos lo ayuda.

Ueda construye la trama de Special Actors aprovechando el dramatismo inherente en tener a un protagonista demasiado nervioso. Cuando Kazuto se reencuentra (¿circunstancialmente?) con su hermano Hiroki (Hiroki Kono), éste le revela que también es actor y trabaja para una agencia poco convencional que podría ayudarlo a pagar la renta: Special Actors, digna del reciente filme de Werner Herzog, Family Romance, LLC (2019), porque contratan actores para situaciones fuera del set.
¿Quieres triunfar en una riña para que tu novia piense que eres muy fuerte? ¿Quieres que haya gente riéndose en el cine para que una comedia aparente ser exitosa? ¿Quieres estar seguro que tus meseros sabrán lidiar con algún cliente problemático? En Special Actors, se puede contratar actores que finjan a la perfección esos escenarios. Aunque podría ser más estresante para nuestro protagonista tener que actuar para construir una mentira, no en un set sino en la vida real.
Mientras que una película como la de Herzog hace una reflexión más existencial, Special Actors se enfoca en un caso concreto que supone un reto importante para la agencia. Una joven (Miyu Ogawa) quiere evitar que su hermana (Rina Tsugami), dueña del hotel de la familia, le entregue este lugar a un culto religioso al que se ha unido tras el accidente que le quitó la vida a sus padres. Kazuto, su hermano, otros special actor y el crew de la agencia son la última esperanza de la joven para evitar que su hermana sea estafada.
Después de establecer la premisa y los créditos iniciales hacen su aparición, una de las cualidades de Special Actors tiene que ver con la exposición de la otra facción de actores: la gente del culto. La película funciona como esa clásica mirada crítica a los cultos religiosos que suelen aprovecharse de la fe creando toda una mitología (aquí es un Dios de otro mundo, profetas terrícolas y telepatía), con el objetivo de ganar dinero: la mercancía del culto es abundante y se vende a precios exorbitantes.

Además de lidiar con estafadores, Special Actors entretiene con un desarrollo esperado, ese que parte de tener a nuestro peculiar protagonista y a otros de sus compañeros infiltrados en el culto. Es una comedia ligera, sin llegar a ser hilarantemente tensa. Eventualmente el plan maestro de los special actors se antoja soso. Kazuto notó que una de las figuras importantes del culto –el telépata “mudo” (Tan Li) que “comunica” a su padre (Tatsuya Mitsuki) las enseñanzas del “Dios extraterrestre”– teme a los fantasmas. Esto da pie a la creación de todo un guión que pretende ahuyentar a los estafadores del hotel echando mano de lo paranormal.
La ejecución es amena, pero nada sobresaliente. Después del primer giro en la trama, parece que Special Actors hará énfasis en su crítica a los cultos religiosos, indicando que construyen creyentes tan cegados que no dudarán en recurrir a la violencia con tal de defender a los que supuestamente les traen bienestar a sus vidas. Parece que Ueda ha realizado una película diferente, más convencional aún si es pertinente. No obstante, como sucedía en One Cut of the Dead, las verdaderas sorpresas están por venir. A Ueda no lo podemos subestimar, es un maestro consumado a la hora de engañar al público, de jugar con nuestros pensamientos y emociones.
Sería un error revelar cada uno de los giros de Special Actors, como lo era en One Cut of the Dead. Caí por completo ante el nuevo e inteligente juego del director. Es un ejercicio sobre el poder de la actuación, en el que primero se dispone a mostrarnos cómo los diversos actores, tanto los de la agencia como los del culto, engañan a otros personajes. Es hasta después cuando los utiliza para ¡engañarnos a nosotros mismos como audiencia! Es un desarrollo fascinante y muy efectivo.
Cuando Special Actors se convierte en algo especial, Ueda no se detiene. Como One Cut of the Dead, está llena de personajes entrañables, incluso los secundarios, como el jefe de la empresa de actores, deseoso de que nadie le quite protagonismo a él, y su hija. Por supuesto, al final todo se relaciona con el problema emocional de Kazuto, su esfuerzo por hacerle frente y poder convertirse en un actor de tintes heroicos que en la vida real desenmascara cínicos timadores (el culto) y salva a una joven inocente pero vulnerable (la hermana). Un trabajo digno de su superhéroe de cabecera, Rescueman, personaje de una película que Kazuto ha visto incontables veces en VHS y significa algo especial para él.

Special Actors es uno de esos filmes cuyo giro final (el factor sorpresa no se acaba hasta que se acaba) cambia absolutamente todo el sentido de lo que acabamos de ver. Este tipo de narrativa, muy de thriller, puede ser frustrante e inverosímil. No teman. Special Actors, más que querer dejarnos en shock absoluto, busca dejarnos con un emotivo último golpe. Ueda nos conquista, este es un trabajo que funciona en muchos niveles.