El cine de género históricamente ha sido adecuado para abordar cuestiones de relevancia social. Este año, por ejemplo, una película de zombies tocó el tema del colonialismo y las reservas indígenas en Canadá (Blood Quantum, de Jeff Barnaby). Ahora un filme de vampiros aborda la gentrificación, específicamente del Bronx en Nueva York. Estoy hablando de Vampiros vs. el Bronx(Vampires vs. the Bronx, 2020), que recientemente se estrenó vía Netflix.
Mientras otras películas de género son sutiles en sus metáforas, Vampiros vs. el Bronxno podría ser más directa. En su primera secuencia, vemos a Zoe Saldana como la dueña dominicana de un salón de belleza que está a punto de cerrar el negocio de su vida, o eso parece: una compañía de bienes raíces compra su propiedad por una suma importante de dinero, éste le permitirá salir del barrio con rumbo a un mejor nivel de vida en los suburbios. No obstante, la compañía es una tapadera, detrás de ella está un grupo de vampiros asesinos, quienes desean convertir al Bronx en su nuevo nido.
Es evidente el comentario sobre la realidad histórica del Bronx, lugar de minorías, sobre todo latinos y negros. Los vampiros antagonistas eligieron ese distrito porque es más fácil desaparecer a personas olvidadas por la sociedad. Vampiros vs. el Bronx no deja de señalar lo que sin duda ha infestado sitios peligrosos como éste: pandillas, armas y drogas, única “salida” de incontables jóvenes afroamericanos.
Fácilmente se podría conectar a Vampiros vs. el Bronx con filmes que mezclan el terror con problemas sociales, como la brutal Tales from the Hood (1995) –producida por el mismísimo Spike Lee–, o la sumamente infravalorada The Transfiguration(2016), sobre vampirismo pero anclada en la realidad y protagonizada por un niño afroamericano del gueto. Sin embargo, Vampiros vs. el Bronxno tiene el mismo tono de estas otras producciones. Más bien es una aventura protagonizada por unos chavitos del Bronx (uno dominicano, Jaden Michael; otro puertorriqueño, Gregory Diaz IV; y uno afroamericano, Gerald Jones III), quienes al principio quieren organizar una bloc party para salvar la tienda de abarrotes de su amigo Tony (The Kid Mero), a quien le han subido la renta. Son los primeros en notar la “invasión” de los blancos en su barrio y que son en realidad vampiros, aunque nadie les cree obviamente, con excepción de una chica de origen haitiano (Coco Jones), quien les ayudará en su lucha contra los colmilludos villanos.
Si bien Vampiros vs. el Bronx tiene particularidades inherentes a las culturas que representa en pantalla (¿habrá otra película americana de vampiros con música latina y referencias al pelotero dominicano Sammy Sosa?), también es muy genérica. Es una buena introducción al subgénero de los vampiros para los más pequeños gracias a sus referencias obvias: la compañía de bienes raíces se llama Murnau, los protagonistas ven un DVD de Blade(1998) y luego se sienten Wesley Snipes. Todo lo relacionado al clásico mito vampírico (la función de los ataúdes, del ajo, del agua bendita, etc.) da la sensación de ser una guía para principiantes.
Prometedoras subtramas con puntos relevantes aunque sin gran desarrollo –cuando se unen invasores blancos (en específico el personaje de Shea Whigham) y thugs, las dos amenazas para los infantes; o cuando la mamá de uno de los protagonistas se dispone a vender y salir del Bronx para que su hijo no tenga el mismo destino funesto del padre–, nos indican que, por encima de esa crítica social, el núcleo de Vampiros vs. el Bronx es simplemente la misión de los “pequeños Blade”. Esta aventura tiene momentos genuinamente divertidos (si bien Method Man como el cura del barrio pudo ser memorable y no pasa mucho con él), vampiros cuyo look noventero/dosmilero no logra ser terrorífico ni cool, y un mensaje feel good que resalta la comunidad y resistencia. Vampiros vs. el Bronx es una película inocua, perfecta para que los niños la pasen bien.
“Son películas de artistas negros para el público negro, si los blancos las quieren disfrutar, bien, pero no se trata de ellos, se trata de nosotros”, afirma Tananarive Due, productora y una de las protagonistas del documental Horror Noire: A History of Black Horror (2019), al hablar de cintas como ¡Huye! (Get Out, 2017), de Jordan Peele. Precisamente en un momento histórico en el que ¡Huye! y, fuera del género de terror, Pantera Negra (Black Panther, 2018), de Ryan Coogler, se han convertido en genuinos fenómenos taquilleros que han marcado un antes y un después en la industria de Hollywood.
El vital documental Horror Noire: A History of Black Horror, de Xavier Burgin, basado en el libro homónimo escrito por Robin R. Means Coleman, invita a conocer la perspectiva de los afroamericanos en torno al cine de terror. En esta ocasión no se trata de nadie más, sólo de ellos, una minoría en un país como Estados Unidos donde el racismo es inherente a su historia y, naturalmente, se ha visto reflejado en la pantalla grande desde las primeras décadas del séptimo arte (El nacimiento de una nación, de D.W. Griffith, el ejemplo perfecto).
Con una estructura cronológica, que va de los títulos más antiguos del terror con personajes de raza negra (tales como Son of Ingagi de 1940) hasta el primer metraje de Nosotros (Us, 2019), el próximo filme de Jordan Peele que tendrá su estreno en marzo de 2019, Horror Noire: A History of Black Horror junta a un excelente grupo de entrevistados –de directores (el propio Peele, Ernest Dickerson, William Crain, Rusty Cundieff), actrices y actores (Rachel True, Tony Todd, Ken Foree, Keith David) a especialistas (Ashlee Blackwell, quien se enfoca en el rol de las mujeres en el cine de horror, y las ya mencionadas Due y Coleman)– para brindar una disección fílmica única, ciertamente enfocada en la representación de los negros en el cine de terror.
Así, su total invisibilidad, su relegación a personajes menores o monstruosos (existe el argumento de que King Kong o la Criatura de la Laguna Negra representaban a esta raza), su problemática inclusión en la época de los “pimps” y las “hoes” de la blaxploitation, y por supuesto los interminables clichés a los que han sido sometidos –aunque, para algunos, esto era mejor que nada en los años de Ronald Reagan–, del personaje token, las mujeres que son expertas en vudú, al negro “mágico”, al que se sacrifica por el héroe blanco o el que siempre es el primero en morir, nos llevan a la valorización de momentos que cambiaron el rumbo de la historia, por ejemplo: La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968) y su fuerte e inteligente protagonista negro (Duane Jones) liderando la resistencia contra los ghouls en plena década de los movimientos por los derechos civiles; el primer Drácula negro (William Marshall) en Blacula (1972); Candyman (Tony Todd) como prueba de que los negros también pueden ser antagonistas a la Freddy Krueger; la conciencia social y el horror de lo mundano de Tales from the Hood (1995), una producción de Spike Lee para la época post-Rodney King; el ascenso del personaje femenino empoderado a partir de la final girl (Jada Pinkett Smith) de Tales from the Crypt: Demon Knight (1995), y ¡Huye!como una cinta que se concibió con toda la intención de romper con esos estereotipos y que llegó tras el fin de la utópica “América post-racial”.
Además de poner reflectores en filmes menos conocidos, como Ganja & Hess (1973), Eve’s Bayou (1997) o Bones (2001), este documental básicamente nos hace entender la importancia de la justa representación en un medio masivo, indudablemente poderoso como las imágenes en movimiento (no es coincidencia que los entrevistados estén adentro de una sala de cine), que, como ejemplo de su poderío (negativo en este caso), incluso provocó el renacer del Ku Klux Klan tras la visión racista de El nacimiento de una nación (1915) (“un filme de horror para la audiencia negra”, dicen en un momento del documental). Entonces, es momento de escuchar, de comprender que el efecto de películas recientes como Attack the Block (2011), Melanie: Apocalipsis Zombie (The Girl with All the Gifts, 2016) o ¡Huye!será muy diferente para la minoría afroamericana que por décadas ha visto la relegación de su raza y que continúan sufriendo la intolerancia en la era de Donald Trump, pero que al menos en el cine de terror pueden, ahora sí, verse reflejados y gozar de una presencia prominente y justa que era totalmente inimaginable en el pasado. Horror Noire: A History of Black Horror es un filme que se trata de ellos, de ese largo y doloroso camino de ver a actores blancos con sus caras pintadas de negro hasta tener a una niña negra (Sennia Nanua) al centro de una historia de zombies o sufrir con la huida del personaje de Daniel Kaluuya de sus captores blancos; para el resto de nosotros es momento de, simplemente, maravillarnos por un entretenido, profundo y contextualizado análisis fílmico pero, sobre todo, de sentir empatía.
Bonus: Entrevista con Ashlee Blackwell, co-escritora, co-productora y protagonista de Horror Noire: A History of Black Horror
Cinema Inferno: Parece que un documental como Horror Noire: A History of Black Horror sólo podía hacerse en este momento positivo para los afroamericanos en el género de terror, especialmente gracias al gran éxito de ¡Huye!…
Ashlee Blackwell: Este es el mejor momento para que salga a la luz, ya que sólo unos pocos estábamos realmente investigando este tema y ahora todos tienen un interés general o están familiarizados por lo que pudimos hacer con el documental o, antes de eso, con nuestro sitio web y con lo que sea que estábamos haciendo.
Phil Nobile Jr., el editor en jefe de Fangoria, estuvo en el lugar correcto en el momento correcto, trabajó en una compañía de producción en la misma ciudad en la que vivimos ambos [Filadelfia], y tuvo la libertad de decir: “Quiero hacer esto porque ¡Huye! es un momento muy importante”. Era perfecto para él, ya que sólo quería juntar a las personas adecuadas, entre ellas yo, y me habló por primera vez porque, de nuevo, los dos vivíamos muy cerca, teníamos una gran amistad antes de trabajar juntos. Un día simplemente dijo: “hey, ¿te gustaría subir a bordo?”, y yo dije: “sí”. No tenía idea de lo que eso implicaba porque nunca hice nada relacionado con la producción en ningún momento.
Mi presencia es realmente para llenar los vacíos, no era como que quería saltar para estar frente a la cámara, realmente sólo quería escuchar la perspectiva de otras personas. Si sentía que había espacios en el documental que no necesitaban mi voz porque ya estaba cubierta, nunca me incliné a ser parte de todo. Primero soy una estudiante y luego una maestra.
Al ver el documental, sientes que la representación en el cine es algo extremadamente importante, pero tal vez algunas personas realmente no lo piensen. En la película mencionas que algunas de las primeras películas de terror son geniales, pero al mismo tiempo están llenas de tropos y clichés sobre los negros. Creo que el poder del cine, el poder de la representación, es la clave de Horror Noire: A History of Black Horror, ¿qué tan importante es para ti comunicar esto a las audiencias?
Sí, quiero decir, cuando las personas que pasan toda su vida viendo a personas que se parecen a sí mismas donde quiera que vayan, incluso en la televisión, en las películas, les resulta muy difícil entender cómo es para una persona, de cualquier otro color, tener la experiencia opuesta. Es por eso que hay una celebración comunitaria, específicamente hablando de las personas negras en este momento, al ver estas imágenes en la pantalla grande, en una plataforma mainstream.
Casi parece que la vida se ratifica, porque cuando no te ves a ti mismo, no sientes que importas, no sientes que eres visible, y esa puede ser una experiencia muy frustrante, que lleva inevitablemente a una emoción negativa. Salir de eso, y ser uno mismo, es muy importante.
Se dice específicamente en el documental que si pasas toda una vida con personajes que no se parecen a ti en la pantalla, especialmente en el horror, y ahora por fin estás viendo más héroes que antes, es estimulante, no hay otra forma de describirlo, se trata realmente de la emoción. Casi te hace sentir vivo, es una extensión de lo que estás deseando toda tu vida, ver esa variedad de representaciones tuyas en la pantalla; no es todo blanco o negro, a veces nos enojamos, somos villanos, somos héroes.
Es por eso que la representación es tan importante, especialmente en el horror porque el horror se trata de profundizar en los temores humanos, eso es lo que realmente atrae a la gente. Luchar por sobrevivir es un sentimiento muy universal y eso es lo que ¡Huye! hizo para mucha gente.
El documental se remonta a El nacimiento de una nación y tiene una estructura cronológica. La historia del horror negro es ciertamente muy conflictiva, la película salta de la década de 1940 a 1968 [La noche de los muertos vivientes] porque básicamente no hay mucho más entre ambas. Entonces, en un sentido general, ¿cuáles son para ti los momentos clave en la historia del horror negro?
Fue genial ver a los personajes negros en las películas de la década de 1980, pero en el horror, en las películas slasher, muy rara vez veías a un personaje sobrevivir e incluso si sobrevivía, hacía muy poco fuera de los tropos del terror negro, como Rodger (Alvin Alexis) en Night of the Demons (1988).
Fue genial ver a una variedad diferente de mujeres negras en la pantalla, en los slashers de los ochenta esa chica era Sheila (Toy Newkirk) en A Nightmare on Elm Street 4: The Dream Master (1988), pero luego termina siendo uno de los primeros personajes en morir, por lo que no tuvo mucho tiempo en pantalla ni un arco narrativo; al mismo tiempo, sí tuvo un gran impacto en nuestra generación de fans de raza negra.
El documental eventualmente hará que la gente conozca algunas películas de las que probablemente nunca hayan escuchado antes. En mi caso, acabo de ver Bones, ya que era una película que no estaba en mi radar aunque me gusta Snoop Dogg y conozco al director [Ernest Dickerson]. Mencionas, por ejemplo, cómo se pasan por alto las secuelas de Candyman (1992), así que, en ese sentido, ¿cuáles son las películas por las que estás más ansiosa para que la audiencia descubra?
Muchas de ellas. Me gusta el hecho de que hicimos un poco en el documental para ampliar el concepto de qué es el horror.
Casi siempre es discutible el caso de Eve’s Bayou, yo defiendo la forma en que se inclina al horror, más aún en Twitter. El horror es mucho más amplio de lo que imaginamos. En su núcleo, el horror consiste en evocar el miedo, en mostrar el miedo, especialmente en sus personajes. Así que Eve’s Bayou es una película que a menudo juega con sus elementos sobrenaturales, sobre el vudú, pero también estás viendo el primer despertar en esta chica realmente joven (Jurnee Smollett), todavía no está en la pubertad pero está llegando ahí. Ella está siendo expuesta a todas estas imágenes, naturales y sobrenaturales, que realmente la asustan, y de nuevo eso es horror. Es un drama, pero también es horror.
El horror se muestra en muchos otros géneros diferentes y quiero que la gente entienda que así es el género, siempre va a incorporar otros aspectos porque siempre va a estar en algún tipo de historia humana.
Eres muy prominente cuando se habla sobre el papel de las mujeres negras en el horror. Por ejemplo, mencionas la importancia de tener en la década de 1990 la primera final girl negra [el personaje de Jada Pinkett Smith en Tales from the Crypt: Demon Knight] y cómo hubo más “mujeres intrépidas” en la pantalla después de eso. ¿Puedes comentar sobre cómo te sientes acerca de la actual representación de las mujeres negras en el horror?
Creo que ahora va bien. Siento que quiero llevar a más gente a las cineastas independientes de terror, específicamente a las mujeres negras, porque ahí es donde verán imágenes interesantes y nuevas, estoy hablando de imágenes súper frescas de mujeres negras en las películas de terror.
El tráiler de Octavia Spencer para Ma (2019), eso es algo que no esperaba, escuché que iba a estar en una película llamada Ma, oí que iba a ser de terror, pensé que probablemente iba a ser un personaje secundario, y ahora que vi el tráiler, ella es la protagonista y parece que será la antagonista, ¡así que me voló la cabeza! No estaba esperando esto.
Hablamos de héroes negros, pero ahora también vemos lo que quiero ver: varias perspectivas, personajes y visiones en el horror con mujeres negras. Esa fue una pequeña sorpresa, al ver a Octavia Spencer en el centro de una película realmente interesante que espero tenga más partes interesantes, espero que el tráiler no esté revelando demasiado.
También está Suicide by Sunlight (2019) de Nikyatu Jusu, que acaba de estrenarse en Sundance, una película de vampiros, específicamente con vampiros negros y cómo navegan por el mundo. Estoy realmente emocionada por donde se encuentran ahora las mujeres negras.
Al final, creo que es un documental muy positivo, con la aparición de películas como Attack the Block que eran imposibles de concebir en el pasado. En general, ¿qué piensas sobre la evolución del horror negro a lo largo de los años?
Estoy feliz por eso. No puedo predecir el futuro. Estoy más animada por la posibilidad de que más personas con empleos de tiempo completo, vayan a casa, graben una película el fin de semana y la suban a Vimeo. Esas son las personas que quiero ver en el futuro.
Es genial ver nombres conocidos, pero no me impulsa la celebridad, me motiva el trabajo que puedo ver de personas que realmente tienen una visión y talento. Quiero que Hollywood le brinde una oportunidad a las personas que son realmente apasionadas por el género, esas son las personas negras que quiero ver en el futuro, porque hay muchas cosas geniales que están saliendo.
Finalmente, de todas las películas que se mencionan en el documental, ¿cuáles son las cinco que crees que son esenciales para entender el papel de los negros en el horror?
Son of Ingagi, Ganja & Hess, Tales from the Hood, Melanie: Apocalipsis Zombiey Nosotros.
Principios de los años setenta. Los líderes del movimiento de los derechos civiles, como Kwame Ture (Corey Hawkins), continúan llevando su mensaje a los jóvenes afroamericanos. El llamado blaxploitation, con personajes como Shaft y Coffy, los empodera en las salas de cine. El grito de black power resuena en representación del orgullo de la minoría históricamente oprimida y violentada. Y en ese tenor, el departamento de la policía de Colorado Springs, Colorado, contrata a su primer oficial negro, Ron Stallworth (John David Washington). Este es parte del contexto de El infiltrado del KKKlan (BlacKkKlansman, 2018), el nuevo joint de Spike Lee y presentación estelar de la séptima edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos (CIFF, por sus siglas en inglés), donde ciertamente la guerra racial puede hacer explosión en cualquier instante, con la intolerancia y el odio representados por violentos policías blancos, facciones del Ku Klux Klan y líderes de esta organización, como David Duke (Topher Grace), apuntando a puestos políticos.
Si anteriormente Lee usó el setting de los filmes colegiales para tocar temas como el Apartheid o el rechazo hacia los negros de piel clara dentro de la propia comunidad (School Daze), y una obra griega para lanzar un grito desesperado ante la incontrolable violencia en la ciudad de Chicago (Chi-Raq), en El infiltrado del KKKlanrecurre a elementos del thriller policiaco para contar la insólita historia real sobre cómo Stallworth encabezó una doble infiltración, primero al ámbito de los activistas negros universitarios, liderados por la jovencita radical Patrice Dumas (Laura Harrier), y posteriormente a las entrañas de una división local del Ku Klux Klan, ayudado por el policía judío Flip Zimmerman (Adam Driver). Ahí yace la tensión de El infiltrado del KKKlan, con Ron ocultando su identidad a Patrice (quien odia prácticamente a todos los policías, incluso si son de color, comparando a estos últimos con los esclavos negros de casa) e inevitablemente desarrollando una relación personal con ella; mientras que Flip tiene que sobreponerse a pruebas y constantes sospechas, particularmente del feroz miembro del KKK, Felix (Jasper Pääkkönen), además de adquirir consciencia de su origen judío como nunca antes lo había hecho.
Atestiguar cómo un policía negro engañaba por teléfono a los supremacistas blancos del KKK da paso a que El infiltrado del KKKlan sea una cinta hilarante donde Lee, de la mano principalmente de la memorable interpretación del joven John David Washington, aprovecha para mofarse y hasta humillar a los racistas. Tal y como su personaje central Stallworth, quien se define a sí mismo como un hombre que siempre quiso ser policía pero no por eso deja de estar consciente de la lucha afroamericana, El infiltrado del KKKlan es por igual un thriller policiaco cómico y entretenido que otro filme extremadamente pertinente de Spike Lee. Así como Haz lo correcto (Do the Right Thing, 1989) fue una reacción a los tiempos del Apartheid y de la brutalidad policial en contra de los negros en Estados Unidos, El infiltrado del KKKlan es el primer largometraje de Lee desde que Donald Trump se convirtió en el presidente de su país y, a pesar de ser una cinta de época, funge como una respuesta directa al ascenso del republicano.
Si la cinta aborda el abuso policial, los atentados con motivaciones racistas, y a un líder (Duke) que aboga por la segregación racial y por hacer a América “grandiosa otra vez”, naturalmente los paralelismos con la actualidad son más que evidentes. Empero, donde Lee encuentra la mayor tragedia con El infiltrado del KKKlan es que si antes el KKK tomó inspiración para resurgir de un filme como El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915), de D.W. Griffith, ahora los blancos supremacistas no tienen que buscar validación en el cine, ni en uno de los líderes del KKK, sino que finalmente –y como el propio Duke lo había venido buscando– pueden recurrir a la Casa Blanca: “Esto representa un momento definitivo para la gente de este país. Estamos determinados a recuperar nuestro país, vamos a cumplir las promesas de Donald Trump, por eso creímos y votamos por Trump, porque dijo que iba a recuperar nuestro país, y eso es lo que haremos”, dijo Duke en el funesto rally de Charlottesville. Con El infiltrado del KKKlan, Lee demuestra que la América post-racial nunca existió, que el odio triunfó y, en consecuencia, lanza desde su trinchera un enésimo llamado para “despertar”.