THE MORTUARY COLLECTION: Una antología de terror por encima del promedio

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Una funeraria en el pueblo de Raven’s End se convierte en el lugar ideal para la narración de un puñado de historias de terror en The Mortuary Collection (2019). El encargado del negocio, Montgomery Dark (Clancy Brown), recibe la visita de “Sam” (Caitlin Fisher), una joven que, aparentemente, busca cubrir la vacante de ayudante. Mientras le muestra los rincones de la mórbida casa, Montgomery cumple otro deseo de la chica: escuchar relatos sobre los muertos en la funeraria. “Algo oscuro, retorcido e impresionante”, pide la coprotagonista al viejo. Así inicia la antología de terror escrita y dirigida por Ryan Spindell.

“Crecí viendo Creepshow (1982) y La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964)”, reveló Spindell en entrevista y añadió, “cuando me senté a escribir una antología, en 2012, había estado viendo un montón de los filmes de antaño de Amicus. Fueron las antologías de Amicus las que realmente revivieron mi deseo de jugar con este formato”. 

Al ver The Mortuary Collection otra referencia inevitable es Tales from the Hood (1995), donde una funeraria y su encargado también son el punto de partida para las historias macabras. Al respecto, Spindell comentó: “quería que mi antología tuviera una historia wraparound (la que conecta los segmentos) tan significativa como el resto de las historias, que abrazara el tono macabro y de terror gótico. Empecé con una casa espeluznante en una colina, algo muy icónico que me encanta. El tipo espeluznante en esta casa es quien conecta las historias, y una excusa para contarlas es que sea el encargado de una funeraria. Luego me di cuenta que accidentalmente tenía la estructura de Tales from the Hood. De hecho pensé bastante para crear otras historias wraparound pero ninguna me inspiró de la misma forma. En ese entonces estaba haciendo un documental sobre la historia de las antologías de terror y terminé entrevistando a Darin Scott, creador de Tales from the Hood. Al discutirlo con él y tener su bendición, sentí que podía continuar, jugar en la misma línea”.

Clancy Brown es el encargado de darle vida al empleado de la funeraria, un actor de cuadro legendario que ha aparecido en películas de culto (The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension, Highlander) y ha trabajado con directores del calibre de Paul Verhoeven (Invasión), los hermanos Coen (¡Salve, César!, La balada de Buster Scruggs), Frank Darabont (Sueño de fuga) y Don Coscarelli (John Dies at the End). Tal vez no lo sepan pero las nuevas generaciones también se han encontrado con Brown: le prestó su voz al demonio de Thor: Ragnarok (2017) e interpretó al devaroniano en la primera temporada de The Mandalorian (2019). 

Brown afirmó en entrevista que The Mortuary Collection es la mejor película de terror en la que ha trabajado: “siempre me atrae a un proyecto la calidad del guión. Mi personaje no estaba específicamente basado en algo pero entendías de dónde viene su ADN: Christopher Lee y los filmes de Hammer, algunos de esos actores británicos de las antologías de Amicus, Vincent Price y su sentido del humor, John Carradine y su seriedad, y Angus Scrimm y su apariencia. Asimismo es un personaje muy original, no es una imitación de estos íconos. Ryan tiene una manera de contarte historias que te son familiares, lo que piensas que va a suceder sí sucede, pero luego va más allá y te sorprende con giros novedosos”, aseguró el actor. 

El primer segmento de The Mortuary Collection sigue a una mujer (Christine Kilmer) que entra a un baño aparentando escapar de un pretendiente incómodo, la realidad es que se trata de una carterista que acaba de obtener un buen botín. Lo que no imagina es que detrás del espejo del baño se esconde una criatura con tentáculos. Al concebir este relato, Spindell se preguntó “¿podemos contar esencialmente un filme silente en cinco minutos pero que esté construido como una historia de tres actos? Este segmento es un homenaje a La dimensión desconocida, que fue mi introducción al terror”. 

La segunda historia nos lleva a una universidad donde un joven (Jacob Elordi) da discursos sobre la caída del patriarcado y regala preservativos a sus compañeras, en realidad es un donjuán cualquiera que busca sexo casual. Al tener relaciones con una chica (Ema Horvath), no le hace caso y se quita el condón. Tampoco pretende volverla a contactar, aún cuando ella le había dejado su número tras la noche de pasión. Sin embargo, lo impensado sucederá: quien experimentará un embarazo no será la mujer. Las raíces de este segmento, comentó Spindell, “están en el terror cómico, hay terror corporal y humor horripilante. Viene de mi amor por Sam Raimi”.

En el tercer relato, un hombre (Barak Hardley) pasa buena parte de sus días cuidando a su vegetativa esposa (Sarah Hay). Cansado y con deudas, sabiendo que ella se encuentra estable pero sin ninguna mejoría, el protagonista decide seguir el consejo del doctor: darle pastillas para una discreta muerte asistida. Todo termina por salirse de control y es el segmento favorito de Brown: “tiene todo, es romántico, triste, horrible, aterrador, grotesco y hermoso”. A lo que Spindell agregó: “aquí la moralidad es más grisácea y te puedes identificar más con los personajes y sus motivaciones; es un terror oscuro y surrealista, como en las historias de Tales from the Crypt”. 

Los roles cambian en el último segmento y la narradora es “Sam”, quien cuenta su propia historia, los hechos que la llevaron hasta la funeraria. En apariencia se trata de una niñera, el pequeño que está cuidando y un asesino caníbal que escapó del manicomio. Spindell presentó esta historia como un cortometraje independiente titulado The Babysitter Murders en 2015: “había escrito la película como un largometraje pero decidí sacar The Babysitter Murders y realizarla como prueba de concepto porque era una historia más contenida. Es mi versión de un slasher, básicamente usa lo que ya conocemos, lo que es tan familiar del género, y trata de verlo a través de otra lente”. 

The Mortuary Collection es una antología de terror por encima del promedio. “Quería que cada historia abrazara uno de mis subgéneros de terror favoritos. Luego se trató de jugar, de divertirse, dentro de cada subgénero, tratando de subvertir las expectativas de lo que son y de lo que quieren los personajes. Hay elementos temáticos que conectan todas las historias, e ideas específicas que cada una explora, pero no diría que me propuse hacer una película con otro objetivo más que el de entretener”, concluyó Spindell.

The Mortuary Collection está disponible en Blu-ray, DVD y VOD.

READY PLAYER ONE: COMIENZA EL JUEGO: Los fanboys como héroes

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

En Ready Player One: Comienza el juego (Ready Player One, 2018), adaptación del libro del mismo nombre dirigida por el padre del blockbuster moderno, Steven Spielberg, las personas del futuro cercano se desconectan totalmente de la realidad para sumergirse en el OASIS, un revolucionario simulador de realidad virtual donde se dice que el límite es tu propia imaginación. El joven protagonista, Wade Watts (Tye Sheridan), es parte de la sociedad marginada de Estados Unidos, vive junto a su tía en un populoso gueto de Ohio donde él y muchos de sus vecinos prefieren evadir su situación, usar un avatar y disfrutar de un mundo virtual equivalente a esos RPG donde puedes hacer de todo.

Haciendo eco de lo expuesto por Werner Herzog en su documental sobre el Internet, Lo and Behold: Ensueños de un mundo conectado (Lo and Behold: Reveries of the Connected World, 2016), el OASIS tiene sus pros y sus contras. Personas sin mucho en el mundo real, como Wade, han encontrado un refugio en el oasis digital, ya no sólo es una mera diversión sino que se ha convertido en una verdadera comunidad y casi su razón de ser; por otra parte, está el peligro latente de que este juego termine afectando tu vida, incluso en una escena vemos cómo la muerte de su avatar (y por ende la pérdida de todas las posesiones que había acumulado dentro del OASIS) provoca que un trabajador considere quitarse la vida en el mundo real.

Establecido este escenario, y una vez que fallece el creador del OASIS, James Halliday (Mark Rylance), muchos jugadores pasan de explorar un RPG a tener un objetivo claro: encontrar las tres llaves que Halliday escondió en su creación y así convertirse en el millonario nuevo dueño del OASIS. Algunos, como Parzival (el nombre del avatar de Wade), lo hacen para su beneficio personal, otros como Art3mis (el avatar de la joven Samantha, interpretada por Olivia Cooke), buscan el bien común y evitar a toda costa que la corporación IOI logre poseer el OASIS.

El concepto del reto de Halliday es un homenaje al primer easter egg en la historia de los videojuegos: el nombre del creador de Adventure, realizado en una época donde los ejecutivos no les daban crédito a los programadores. Entonces, en Ready Player One: Comienza el juego los fans “clavados” (a los que les gusta diseccionar ya sea una película –desde el tráiler– o un videojuego) son los que llevan la ventaja y eventualmente los héroes, porque Halliday (un personaje que remite a Steve Jobs) nunca dejó de ser así, ni de usar playeras de Space Invaders, a pesar de su éxito millonario y de que su creación mutó en algo más que un simple juego.

Ready Player One: Comienza el juego, evidentemente, es una celebración de esta cultura, de esos fanboys que, en este caso, conocen hasta cuál es la frase cinematográfica favorita de su héroe Halliday, o visten a sus avatars de acuerdo a sus propias cintas o videos musicales preferidos. Naturalmente, los villanos de la historia son parte de una corporación que representa a todos aquellos “hombres de traje” que ven a los fans –geeks o gamers– como signos de dólares, con un businessman que sólo aparenta un interés por el cine de John Hughes, Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn), como el deshonesto y avaro antagonista principal.

La estructura y las reglas de Ready Player One: Comienza el juego se derivan de los videojuegos, similar a lo que hizo en su momento Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. the World, 2010). Spielberg básicamente nos convierte en espectadores de una divertida partida en Twitch y nos hace estar del lado de un puñado de carismáticos gamers (además de Parzival y Art3mis está el bonachón Aech, por ejemplo, y hasta el villano circunstancial i-R0k, con voz de T.J. Miller, es gracioso), mientras estudian el pasado de Halliday buscando pistas para encontrar las llaves, usan sus monedas para comprar armas, y se adentran a los tres diferentes niveles del gran reto.

Ya desde la primera misión, una carrera que ningún avatar ha logrado completar en cinco años desde la muerte de Halliday, Spielberg deja en claro que su Ready Player One: Comienza el juego será un festín visual y de referencias a la cultura pop. El icónico carro de Volver al futuro (Back to the Future, 1985), la moto del protagonista de la animación de culto japonesa Akira (1988) y –¿por qué no?– el Batimóvil de la serie de los años sesenta con Adam West, compiten en una carrera donde los obstáculos incluyen a un T-Rex y el jefe antagonista del nivel no es Donkey Kong sino el mismísimo King Kong.

En ese sentido, Ready Player One: Comienza el juego definitivamente invita a los fanboys a que, de la misma forma en cómo Parzival y su interés romántico Art3mis analizan la vida de Halliday, observen cuadro por cuadro sus poco más de dos horas de metraje, buscando cada uno de los incontables detalles/easter eggs (de calcomanías con el símbolo de Batman a breves cameos de personajes como los soldados de Halo). También le introduce a una nueva generación cintas de culto ochenteras como The Adventures of Buckaroo Banzai Across the 8th Dimension (1984), lo cual es valioso, pero más importante es que los tres retos son sinónimo de material imaginativo y siempre entretenido que le hace justicia al concepto central del OASIS.

Tras una notable secuencia de acción, Spielberg aprovecha para deleitar con un sentido e inesperado homenaje a uno de sus cineastas favoritos, Stanley Kubrick, el cual logra conjugar lo mejor de las referencias cinematográficas –las personas que conocen la cinta homenajeada disfrutarán darse cuenta de lo que está a punto de suceder– con su propio universo: la personalidad de Aech, y su ignorancia al no ser un fanático del cine de terror, son clave y hacen de esta secuencia la mejor del filme y algo tan hilarante como maravilloso.

La culminación del épico crossover de personajes de la cultura pop de varias latitudes (los japoneses no pasan desapercibidos) viene de la mano no sólo de una canción ochentera –el soundtrack en general repasa varios éxitos musicales de antaño– sino también del encuentro final entre el OASIS y el mundo real, porque lo que pasa en Ohio repercute más y más con el desempeño de nuestros héroes en el juego de Halliday. El lado oscuro del OASIS no es explorado a fondo (la mayor atrocidad es cometida en el mundo real por IOI), pero como comentario sobre el creciente escapismo virtual, Spielberg manda un mensaje en contra de los excesos y en pro de que los gamers/fanboys no se olviden de la realidad ni de las interacciones humanas; una lección sencilla y correcta, apropiada para una adaptación fílmica en todo momento disfrutable y satisfactoria.