JAKOB’S WIFE: Crisis matrimonial y vampirismo

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

Jakob’s Wife (2021) es la segunda película dirigida por Travis Stevens, quien inicialmente se dio a conocer en el mundo del cine de género como productor. Snowfort Pictures, su compañía, tiene entre sus créditos: A Horrible Way to Die (2010), de Adam Wingard; el documental Dunas de Jodorowsky (Jodorowsky’s Dune, 2013); We Are Still Here (2015) y Mohawk (2017), ambas de Ted Geoghegan; y The Endless (2017), de Justin Benson y Aaron Moorhead. Algunos de estos directores pasaron a trabajar en Hollywood: Wingard dirigió Godzilla vs. Kong (2021), el blockbuster más taquillero en época de pandemia; y Benson y Moorhead trabajan actualmente en Moon Knight, serie que se estrenará en 2022 como parte del Universo Cinematográfico de Marvel. 

Stevens debutó como director con Maldición en el tercer piso (Girl on the Third Floor, 2019), donde un hombre (C.M. Punk) batalla al renovar una vieja casa en los suburbios donde vivirá con su esposa (Trieste Kelly Dunn) y su futuro primogénito, su redención tras tener problemas con la ley. Es un filme anclado en el subgénero de la casa embrujada –un pasado turbio ligado a la prostitución y la presencia de fantasmas femeninos–, que a su vez explora los conflictos de pareja. La casa embrujada es una suerte de prueba, primero para un hombre que anteriormente fue infiel; y luego para una mujer que podría perdonar a su problemática pareja. 

El realizador retoma el tema de la crisis matrimonial en Jakob’s Wife, ahora en otro subgénero por excelencia del terror: los vampiros. Dos leyendas vivas del género, Barbara Crampton (Re-Animator, From Beyond) y Larry Fessenden (director de Wendigo y The Last Winter), dan vida respectivamente a Anne y Jakob, un matrimonio de décadas.

El ministro Jakob podrá predicar en la iglesia sobre la importancia de una esposa para el hombre. Pero no tiene idea de cómo se siente en realidad su propia pareja. Anne está insatisfecha, no se siente escuchada sino estancada. Esto la hace cuestionar su decisión de asumir el rol de esposa tradicional. “Quiero vivir una vida más grande”, afirma en un punto. 

Anne intenta revivir un establecimiento local con la ayuda de un arquitecto (Robert Rusler), quien muchos años atrás fue su amante. Este lugar es una tentación para revivir un amorío del pasado para Anne. También ahí ocurre algo inesperado y brutal: una horda de ratas ataca sin misericordia al arquitecto, mientras que una misteriosa figura aparece para alterar la vida de la protagonista. La actitud de Anne cambia por completo tras recibir la clásica mordida en el cuello. Hay dificultades, sin embargo, es una inyección de vida para ella. Jakob, desconcertado y disgustado, sospecha de una infidelidad. 

El tono de Jakob’s Wife va cambiando, hay drama, terror, violencia y humor negro. Aquí la transformación vampírica tiene un claro subtexto y es la encrucijada de la película: si bien parece dirigirse hacia el resurgimiento del matrimonio, una versión femenina de Nosferatu –la líder vampira que interpreta Bonnie Aarons– aboga por el individualismo de Anne. Nuestra protagonista ama a su esposo, también busca algo más. ¿Abrazará su cambio o volverá a ser “la esposa de Jakob”? ¿Hay un escenario alternativo? 

Jakob’s Wife se estrenó mundialmente en el pasado SXSW, en la sección Midnighters. El 16 de abril llegó a cines de Estados Unidos y VOD. Por este motivo, entrevisté a su director. 

Cinema Inferno (CI): ¿Por qué te interesa abordar el conflicto marital a través del cine de género? 

Travis Stevens (TS): Ciertamente en Maldición en el tercer piso y Jakob’s Wife observo las dinámicas de poder entre mujeres y hombres en una relación. Uso esto como punto de partida. Como individuo, he ido aprendiendo más y más del tema conforme pasan los años. Es algo que me interesa, espero explorarlo de nuevo en mi próxima película. 

CI: ¿Cómo nació la idea de usar el mito del vampiro para representar la libertad y el individualismo de las mujeres?

TS: Hubo algunos drafts del guión en los que el personaje de The Master (la líder vampira) era masculino. Cuando leí eso, me pareció que limitaba la decisión de Anne entre su esposo y otro amante, otro hombre. No era la decisión que Anne debía tomar. Era más empoderador para Anne si trataba de reclamar su propia voz, por encima de ser pareja de otra persona. Al cambiar el género de The Master, esa dinámica se alteró completamente. Así The Master puede hablarle a Anne como amiga, decirle “oye, tu vida podría ser lo que tú quieras, tú eres quien está permitiendo que sea tan pequeña o tan grande como es”.

CI: Parece que la apariencia de The Master fue influenciada por Nosferatu.

TS: La idea de cambiar el género de este personaje y lo que simboliza para la historia, trajo “progresismo”, algo que no teníamos. Entonces me pareció divertido que, visualmente, el personaje tuviera un diseño reminiscente de un vampiro clásico. Esto significa una mezcla interesante entre lo viejo y lo nuevo.

Quería que mi película tuviera la cualidad de Nosferatu, el vampiro (Nosferatu: Phantom der Nacht, 1979) de Werner Herzog, interpretado por Klaus Kinski, porque esa película tiene intensidad, hay una impureza en su horror. 

CI: ¿Cómo fue trabajar con ratas?

TS: Las ratas son parte de esa mitología, esa iconografía vampírica que hemos visto antes. Trabajar con ratas en una película pequeña es un reto interesante. Ya había trabajado con un perro en Maldición en el tercer piso, entonces sabía que sí puedes trabajar con animales en películas de bajo presupuesto, sólo tienes que encontrar al socio perfecto. 

En Jakob’s Wife nunca hubiéramos podido costear ratas entrenadas para películas. Entonces encontramos a una mujer que cría ratas para tiendas de mascotas, se llama Lexi Payne. Ella nos dijo “sí, les puedo conseguir 40 ratas y se las puedo llevar al set dentro de dos meses”. Dimos lo mejor al trabajar con las ratas, estoy muy feliz de tener ratas reales en mi película porque cuando veo cine de terror clásico, ciertas películas de vampiros, esto es parte del lenguaje. No ha estado muy presente en el cine de vampiros moderno de bajo presupuesto. Estoy contento de tener esa textura en el filme.

CI: Me gustaría saber de dónde surgieron un par de ideas que nunca había visto en el cine de vampiros. Primero, la vampira en el dentista.

TS: Una vez que identificas el núcleo de la película surgen estas ideas. Una de las metas era honrar el cine clásico de vampiros, entonces también sabía que una meta igual de importante tenía que ser añadir algo nuevo para que las audiencias digan exactamente eso: “nunca había visto a un vampiro en el dentista antes”. Me vino a la mente al pensar en cosas que nunca se habían visto. Pensé que esto nos permitiría hacer referencia a la escena clásica cuando una persona que se transforma prueba los gusanos. Es, otra vez, una mezcla entre lo nuevo y lo viejo.

CI: Luego está la idea de un cigarro de mariguana como sustituto de la sangre.

TS: Quería que los protagonistas se volvieran a conectar emocionalmente. Los hemos visto tensos y me parecía una manera divertida para mostrar que no necesariamente tienen que estar así. Entonces, fumen un porro para ver qué pasa. También se sintió como algo que no habíamos visto. Detiene un poco las cosas y los personajes pueden tener una conversación que debió ocurrir años antes. Al mismo tiempo, le aportas algo a la tradición vampírica. Quizás en películas posteriores veamos a la mariguana remplazando al ajo para combatir el vampirismo.

CI: ¿Por qué decidiste mezclar diversos tonos? Hay momentos muy divertidos. 

TS: Mientras Anne se transforma, quería que la película también cambiara. Esto no siempre pasa en el cine, sabes qué tipo de película estás viendo desde el principio. Aunque sigues el desarrollo de una historia, el tono se mantiene igual de principio a fin. Puede ser valioso pero en esta película quería mostrar a Barbara Crampton como nunca antes y homenajear el tipo de películas con las irrumpió en la escena durante los años ochenta.

Barbara y Larry estuvieron muy involucrados en el proceso de escritura. Hablamos mucho sobre sus propias relaciones longevas, qué te hace enojar, cómo haces las paces tras una pelea, cómo balanceas las responsabilidades. Dado que tuvimos todas estas pláticas, logramos llevar todos los detalles a la relación entre Anne y Jakob. Pienso que su relación se siente auténtica a lo largo de la película, aunque la situación en la que están se vuelve más y más loca. Siempre se siente como una pareja real.

CI: El conflicto principal es bastante interesante: a Anne le atrae la noción de independencia, al mismo tiempo, ella ama a su esposo. 

TS: En la película el triunfo importante para Anna es empezar a alzar su voz. Su esposo todavía no aprende todo lo que necesita aprender. Entonces los dejamos en un momento que nos hace preguntarnos: ¿qué sucederá después? Si tenemos la oportunidad de hacer una secuela, o una serie de televisión, será interesante ver el desarrollo de su relación a partir de este punto.

CI: ¿Qué piensas del éxito actual de Adam Wingard? ¿Y que Justin Benson y Aaron Moorhead también trabajan en Hollywood?

TS: Es increíble, estoy muy feliz por ellos. Tienen la oportunidad y los recursos para demostrar lo destacados que son como cineastas. Tienen talento e inteligencia, ahora también el dinero para mostrarlo. Asimismo es inspirador para mí porque yo quiero hacer una película de G.I. Joe, y si ellos pueden hacer Godzilla vs. Kong o Moon Knight, crece la posibilidad de que alguien como yo pueda hacer un filme de G.I. Joe.

Fantasia 2020: #SHAKESPEARESSHITSTORM, una sátira demencial para la era woke

Por Eric Ortiz García (@EricOrtizG)

La gente de Troma Entertainment, de la mano de su co-fundador y líder Lloyd Kaufman, pueden presumir 46 largos años haciendo cine verdaderamente independiente y guerrillero, alejado por completo de lo normal. Esto nos indica que Troma ha logrado adaptarse a los tiempos, a pesar de las crecientes dificultades económicas. Vaya, su época dorada, cuando ganaban millones en el mercado del video, ha quedado en el pasado. 

En años recientes, Troma ha reducido su número de producciones. La casa de Toxie se encuentra en una faceta propia de su longevidad: parecen haberlo hecho todo y sólo regresan a terrenos familiares. Su proyecto anterior fue, precisamente, un remake/reboot/secuela de Class of Nuke ‘Em High (1986), filmada en 2012 y eventualmente estrenada en dos partes: Return to Nuke ‘Em High Volume 1 (2013) y Return to Return to Nuke ‘Em High Aka Vol. 2 (2017). 

Su nuevo largometraje, #ShakespearesShitstorm (2020), es otra adaptación de la obra de William Shakespeare, 24 años después de la genial locura de Tromeo y Julieta (Tromeo and Juliet, 1996), para mí el mejor filme noventero de Kaufman y quizá la adaptación fílmica subversiva por excelencia (¡Shakespeare conoció a Motörhead para empezar!). 

A pesar de que en el papel, estas reinterpretaciones de sus viejos éxitos podrían parecer desechables, la realidad es que Troma sigue en forma. Tardó en llegar (¡años!) pero el épico clímax de Return to Return to Nuke ‘Em High Aka Vol. 2 –mezclando efectos prácticos y digitales, además de varios mutantes memorables–, hizo que la espera valiera la pena. 

#ShakespearesShitstorm va directo al grano, es Troma en estado puro con esa esencia que ubicamos a la perfección, cimentada desde El Vengador Tóxico (The Toxic Avenger, 1984). Su subtexto no podría ser más actual, Kaufman tiene algo qué decir en tiempos de “progresismo” y activistas de clic.

La sátira social y política es irreemplazable en el menú tromático desde sus inicios. La misma ciudad Tromaville, Nueva Jersey, no es sino la contraparte –producto de la contaminación y los desechos tóxicos– de la (¿que fue?) capital del mundo: Nueva York. Troma siempre se ha adaptado, satirizando la respectiva actualidad. Poultrygeist: Night of the Chicken Dead (2006), por ejemplo, apuntó a la insalubridad de las cadenas de comida rápida en la época post Súper engórdame (Super Size Me, 2004). En ese sentido no debería ser sorpresa que en #ShakespearesShitstorm la burla hacia los llamados “wokes” sea el tema principal. Kaufman tampoco olvida su tradicional crítica a las corporaciones avaras y corruptas que se acuestan con el gobierno, sin interés alguno por el bienestar de los consumidores, aquí los representa una farmacéutica (en el díptico Return to Nuke ‘Em High fue una empresa de comida orgánica).

La sátira de #ShakespearesShitstorm nace de la hilarante mezcla de esas dos partes. La farmacéutica, liderada por el fiestero, mujeriego y cocainómano Big Al (Abraham Sparrow), tiene lista una medicina que les hará ganar millones: la Safespacia, ideal para tranquilizar a los jóvenes privilegiados que se irritan y ofenden por todo, que quieren aleccionar a cualquiera que no opine como ellos, y que suelen usar las redes sociales para impartir “justicia social”. 

#ShakespearesShitstorm respeta la trama general, los personajes y algo del diálogo de la obra shakesperiana en la que se basa: La tempestad. Aunque, naturalmente, desde el primer segundo la irreverencia característica está presente. Si en la adaptación noventera el legendario Lemmy fue el narrador, aquí toma su lugar el mismísimo Shakespeare (Fraze Brown), en su encarnación más valemadrista: en su introducción ¡inhala cocaína! Otro ejemplo: sólo a Troma se le ocurriría ligar la frase de Shakespeare de los mortales tontos con ¡un viaje a Tijuana y bestialismo!

Kaufman, quien interpreta los papeles de Prospero y su hermana Antoinette Duke, aprovecha la historia original de venganza y perdón para ligarla con otra cuestión de nuestros días: la cultura de la cancelación. En el pasado, el brillante Prospero (que ciertamente representa al propio Kaufman y a Troma) fue traicionado por su hermana y su socio, también fue “cancelado” por una horda de gente ofendida precursora de los “wokes”. En los años ochenta, el protagonista cometió el error de celebrar el Cinco de Mayo y terminó acusado, entre otras cosas, de apropiación cultural. Su exilio lo llevó, acompañado por su hija Miranda (Kate McGarrigle, en la versión adulta del personaje), hasta Tromaville, donde compró un picadero que convirtió en su base de operaciones. Ayudado por varias prostitutas adictas al crack, entre ellas Ariel y Caliban (interpretadas respectivamente por Amanda Flowers y Monique Dupree, ambas muy divertidas), Prospero ha planeado su gran venganza desde entonces. 

Varios de los momentos más divertidos de #ShakespearesShitstorm llegan gracias a los personajes basados en los “social justice warriors”.  Un par de influencers (Zoë Geltman y Dylan Greenberg) predican corrección política, al mismo tiempo posicionan en redes a la malvada e hipócrita corporación farmacéutica. De hecho podríamos pensar en #ShakespearesShitstorm desde la perspectiva de estos millennials, cuando van descubriendo el universo cinematográfico de Troma, tan desmesurado y “cancelable” como pocos.

Equivalente a lo que demostró Quentin Tarantino en Había una vez… en Hollywood (Once Upon a Time… in Hollywood, 2019), Kaufman comunica que no cambiará ante los parámetros actuales que juzgan el cine desde lo moral. Al final del día, Troma jamás se ha tomado a sí misma en serio. Su violencia, gore, gusto por lo grotesco, escenas de sexo con incontables desnudos, su particular sentido del humor (satírico, absurdo, vulgar, negro, escatológico), y todo ese material “incorrecto” siempre han tenido una sola finalidad: divertir, hacer gozar al espectador. 

#ShakespearesShitstorm es una mezcla de géneros y elementos que han caracterizado a Troma. Una compañía sinónimo de desmadre. No es casualidad que el núcleo de la película esté en dos fiestas, una desarrollada en un barco y la otra en la guarida de Prospero (como manda La tempestad). Si piensan que en esta ocasión la ambición es menor, sobre todo tomando en cuenta que Kaufman venía de filmar una película de casi tres horas dividida en dos volúmenes, se equivocan. Estas dos secuencias se ubican entre lo mejor de Troma. 

Nuestros queridos influencers social justice warriors se topan primero con la que debe ser la escena de efectos digitales (aunque incluye prácticos) más grande que Kaufman ha filmado hasta ahora, una que le hace honor a la “shitstorm” del título, reminiscente de Sharknado (2013) pero con ballenas y un montón de mierda para aderezar el desenfreno total de sexo y drogas.

Posteriormente, no sin antes enojarse por todo lo “problemático” y tratar de educar a la afroamericana Caliban sobre racismo y la n-word, estos activistas de Twitter acompañados de una pandilla de “snowflakes” –intolerantes a los chistes (atentos a una maravillosa referencia a Los guerreros)– se adentrarán a otra fiesta sin control con las “crack whores”, una nueva y potente droga, y la “obsesión” tromática por los mutantes. Apegado a los efectos prácticos de antaño, Kaufman vuelve a deleitar con su clásico horror corporal –en vena del Stuart Gordon de From Beyond (1986)–, que se torna violenta y ridículamente memorable: una “orgía” de rock, vómito verde, sangre, tripas, mierda y explícitas mutaciones que hacen constante referencia a los órganos sexuales. 

En estos 80 minutos aparecen otros elementos tromáticos clásicos: múltiples referencias a la cultura popular (de El resplandor a El rey león) y autorreferencias (pósters de otras películas Troma, cameos de personajes de este universo), musicales que recuerdan la gloria de Poultrygeist: Night of the Chicken Dead, romance (cuando Miranda conoce a Ferdinand), masturbación femenina y hasta una secuencia animada.

#ShakespearesShitstorm tiene todo el sello de la casa, lo hemos visto antes, sí, pero la ejecución es notable y satisfactoria, más cuando suceden cosas como un pequeño mutante despachándose a un “progre” de la manera más demente, vulgar y violenta posible. Troma no escatima, hasta cuando parece que mandarán un mensaje de “abrazar nuestras diferencias” optan por lo absurdamente monstruoso, todo en ese tenor de burla y relajo. 

A costa principalmente de aquellos que confunden el activismo y quieren que nadie se vuelva a divertir en el cine, particularmente con lo “políticamente incorrecto”, Kaufman se ríe y nos hace reír. 

¡Bravo!